Argentina es el único país que envía agentes de conservación a la Antártida, como parte de una iniciativa desarrollada hace más de 30 años.
Facundo Alcalde, guardaparque de la Administración de Parques Nacionales oriundo de Puerto Esperanza, fue uno de los profesionales que se embarcó el pasado 28 de diciembre de 2021 en el “Almirante Irízar” para una misión de investigación en el continente situado en el extremo sur del planeta.
Fue seleccionado por su experiencia de campo y antecedentes académicos para asistir durante todo el año a las tareas científicas que se llevan a cabo en la Base Orcadas, ubicada en la isla Laurie de las islas Orcadas del Sur.
El guardaparque ya comenzó su viaje de regreso y PRIMERA EDICIÓN logró comunicarse con el misionero, aún a bordo del rompehielos, para conocer en detalle su experiencia en la base. “Decidí ir a la Antártida para conocer un lugar nuevo. Es otro continente donde Argentina tiene una parte de su territorio nacional”, contó.
Indicó que no le fue difícil adaptarse al clima frío, ya que anteriormente vivió 7 años en la Patagonia.
“Me gusta el frío. Cuando me trasladé a Iguazú disfruté el calor hasta que me empezó a cansar, y después me vine a la Antártida. Estoy disfrutando del frío en este momento”, relató. Algunas de las actividades que se desarrollaron en la base consisten en pesar pingüinos y obtener muestras de contenido estomacal para determinar la variación de la dieta, y compararlas con otras de años anteriores para detectar cambios en la población de krill, un pequeño crustáceo que habita esas aguas.
También se tomaron muestras de fecas para analizar la dieta de las focas de Weddell, y se efectuó un censo de población de las mismas, de otros mamíferos marinos y de aves voladoras.
“Los animales están muy relacionados con el medio marino. Tenemos el elefante marino, lobo marino, foca cangrejera, foca de Weddell. También la foca leopardo que es el depredador tope, y aves como la paloma antártica, el cormorán de las Georgias, entre otras”, precisó.
En este contexto, Alcalde reflexionó que “el calentamiento global en la Antártida preocupa principalmente porque modifica factores ambientales como la temperatura ambiente y temperatura de aguas oceánicas, que a su vez influyen sobre las corrientes marinas, vientos, etcétera. Básicamente se genera un desequilibrio del ecosistema en su conjunto. Un ejemplo cuantificable es la disminución en el stock de krill, que es la base de la alimentación de aves y mamíferos antárticos. Al disminuir la disponibilidad, disminuye la población de las diferentes especies”.
Destacó que para para evitar esto “desde nuestros hogares podemos contribuir al cuidado del ambiente y retardar el calentamiento global con acciones cotidianas, como disminuir el consumo de energías, reciclar y reutilizar, separar los residuos para su posterior reciclado, etcétera”.
Comentó que “los trabajos de monitoreo en la isla se realizan caminando, usando esquís o con grampones, que son una especie de metal que se ata a las botas para caminar por el hielo, y en verano nos movemos en bote. Tenemos nieve casi todo el año. Solo hay dos o tres meses en el año donde no hay nieve, así que aporvechamos para jugar al fútbol”, agregó.
Manifestó que dentro de la base no se pasa frío, porque “hay calefacción en todas las habitaciones y dormimos calentitos. Afuera hay que ir preparados; 2°C para nosotros es verano, pero hemos tenido temperaturas de hasta -18°C en invierno, así que afuera se complica”.