Flor de cayena: venida de muy lejos, del Asia Oriental precisamente; la flor nacional de Malasia hoy en día se distribuye ampliamente en trópicos y subtrópicos.
En cada lugar que habita recibe un nombre diferente: rosa china, cayena, amapola, hibisco, flor de Jamaica, flor del beso, cucarda, papo, clavel, cupido, entre otros. Con tantas denominaciones puede que creamos estar hablando de distintas plantas. Los ojos tienen filtros disímiles y hacen que adquiera menciones singulares, propias de cada región.
¿Sigue siendo la misma planta amén de que se la nombre de diferentes maneras?. ¿Cambian sus propiedades o usos dependiendo del lugar que habita o se la cultiva? ¿Se expresan los mismos genes en los diversos hábitats que coloniza?
La plasticidad genética, en relación con el pool total de genes que poseemos, confiere la capacidad de desarrollarnos adaptándonos a las diferentes necesidades que demande el ambiente: más verde, más alta, con variedades de hojas, cortezas, flores y frutos; y quizás otras cosas menos visibles, como las propiedades internas. Esas que buscamos porque nos sirven y para sanar.
La bibliografía y otras voces hablan de sus usos medicinales. Entre ellos destacan las flores y hojas, que están presentes todo el año en climas cálidos y templados. Rememora el significado de “estar siempre”, para lo que siempre se necesite gracias a sus propiedades. Una especie que permanece dulce, tierna, fuerte.
Contiene malvatos, betasitosterol y coclopropanoides. Los brotes producen mucílagos y el néctar es rico en aminoácidos. Todos compuestos antioxidantes para problemas de irritación de la piel, y las mucosas intestinales y genitales. Es como una evocación de lo que se necesita para estar y sentirse bien.
Las hojas de la flor de cayena se comparan con las propiedades de la espinaca, por la importante cantidad de hierro que contienen.
El pigmento de las flores rojas se asimila al color de la sangre. Los capullos son utilizados para normalizar el azúcar en sangre (uno por día) en los que padecen diabetes, lograr la erección del miembro viril, y estimular el flujo sanguíneo en el área de pelvis y útero para fomentar la menstruación (propiedades emenagogas). Sin dudas parece meterse en la sangre y, el rojo de sus antocianinas, derivado cianidinsoforósido, señala el camino.
Mientras a nivel energético, vibracional seguiremos experimentando, la renovación e iluminación interna que reflejan los rayos del sol dentro de cada célula, dan la energía que sostiene estructuras de una manera fluida, en pleno movimiento, en dinámica soltura. Así parece ser la Flor de la Cayena.