El pasado lunes 30 de enero hemos conmemorado el Día de la No Violencia y la Paz en el aniversario del fallecimiento de Mohandas Gandhi, quien había recibido del poeta Rabindranath Tagore el nombre honorífico de Mahatma (Gran Alma). Hoy queremos recordar que, habiendo sostenido la no violencia como un principio fundamental de armonía con el universo, y luego de desaprobar los conflictos religiosos que siguieron a la independencia de la India, Gandhi fue asesinado por un fanático. Murió por la acción de un violento. Hoy lo seguimos recordando con sus valiosas reflexiones sobre la no violencia, que no han perdido vigencia.
“El mejor campo para ejercer la no violencia es la familia, aunque nuestra no violencia continúa siendo todavía un asunto confuso. Sin embargo, ahí está y sigue funcionando como un fermento, de manera invisible y silenciosa, poco entendida por la mayoría. Pero es la única manera de buscar la armonía. En una nación o entre naciones, puede asegurarse que un conflicto fue solucionado según los principios de la no violencia si no deja ningún rencor entre los enemigos y los convierte en amigos”.
“No soy otra cosa que un humilde explorador de esa ciencia que se llama no violencia. Sus profundidades insondables no dejan de llenarme de confusión y de maravilla, igual que a mis demás compañeros de investigación. La cobardía es incompatible con la no violencia. La ahimsa (no violencia) es un atributo de los bravos, pero si la gente no está preparada para ejercitar la no violencia de los valientes, debe estar preparada para el uso de la fuerza como autodefensa”.
Aunque “mi fe es tan poderosa como siempre lo fue (…) es bastante posible que mi técnica tenga fallas. A mis consejeros puedo decirles que deberían tener paciencia conmigo hasta que compartan mi creencia de que no hay esperanza para el doliente mundo, salvo a través de la angosta y recta senda de la no violencia. Millones como yo podrían fallar en probar esta verdad en sus propias vidas; ese sería apenas su fracaso, jamás el de la ley eterna (…) porque cuando la práctica de la ahimsa se vuelva universal, Dios reinará en la tierra así como lo hace en los cielos”. Namasté.