Algunos podrán contestar a esta pregunta argumentando que se mide en función del PBI y valores asociados. Otros pensarán en partidas presupuestarias, la paridad del poder adquisitivo, el listado de países que han sufrido recesión por más tiempo –en el que estamos en segundo lugar-, el desempeño económico mundial, entre muchos otros.
Yo creo que con esto no alcanza. Pensar solo en ese tipo de índices como indicadores de progreso y éxito me paraliza, quizás por inabarcable.
Se plantea desde hace unos años la necesidad de encontrar indicadores que reflejen en mejor manera la calidad de vida de las personas. Es conocido el caso de Bután, en el que se aplica el índice de progreso real y la medida de Felicidad Interior Bruta, con resultados sumamente interesantes.
En tanto esperamos que se produzcan estos cambios más profundos a fin de mejorar el “statu quo”, tenemos en nuestras manos la capacidad de incluir mejoras inmediatas en nuestra forma de vivir.
Hoy quiero proponerles algo muy sencillo, como llevar por unos días un registro escrito de aquellas cosas que nos producen estrés o nos hacen reaccionar de una manera inadecuada (eventos sociales, personas, trabajos, conversaciones, entre otros disparadores). Esas cosas que nos “sacan”, contra las cuales reaccionamos arrepintiéndonos pasados diez minutos.
Detrás de cada queja que realizamos, ya sea en una conversación externa o interna, el universo esconde una enseñanza, una posibilidad de mejorar, de conocernos, de hacer algo para cambiar.
Para poder mejorar nuestra calidad de vida, primero necesitamos conocer y comprender aquello que nos resuena, que nos duele, que nos incomoda.
No podemos modificar lo que no conocemos. Entonces, registremos nuestras quejas para transformarlas; tomémoslas como pistas para descubrir patrones (de relacionamientos, de escucha, de molestias).
El cambio es posible en cualquier persona, hasta el último día de nuestras vidas. Contamos con infinita y esperanzadora capacidad para superar circunstancias adversas y gestionar nuestras vidas. Cuanto antes comencemos a aplicar habilidades básicas de convivencia, sociales y emocionales, más posibilidades tendremos de lograrlo.
Lápiz y papel en mano. A registrar …