Cuando pensamos en el cuerpo podemos decir que es lo que todos vemos, la parte material, la mente en cambio es una parte invisible que se relaciona con el alma, los pensamientos, las emociones y la consciencia. De alguna forma cuerpo y mente o consciencia, pensamientos y emociones se comunican y tienen la capacidad de influir el uno en el otro.
La comunicación entre cuerpo y mente se produce en forma de impulsos nerviosos. Los pensamientos y sentimientos generan impulsos eléctricos que causan unas reacciones químicas en el resto del cuerpo.
Podemos recordar que cuando nos enojamos, la comida nos cae mal o si la preocupación nos invade nos duele la cabeza, las emociones las sentimos en el cuerpo.
¿Qué podemos hacer para mejorar la comunicación entre nuestra mente y cuerpo?
Podemos hacer ejercicio o algún deporte para segregar dopamina y serotonina, conocidas como las hormonas de la felicidad. Puede que durante la actividad no puedas sentirte, pero luego vendrá esa sensación de bienestar.
Comer alimentos naturales regula nuestro aparato digestivo y las bacterias del intestino, mejorando las señales (segregación de hormonas) que produce nuestro segundo cerebro. Alimentos probióticos como el yogur o el kéfir, además mejorarán la calidad de la flora intestinal.
Dormir 7-8 horas al día. Durante el sueño, el organismo aprovecha para regenerarse y el cerebro se libera de toda la actividad del día.
Dar las gracias y sonreír, los gestos cotidianos tienen la capacidad de influir en nuestros pensamientos y percepciones.
Conectar con la naturaleza. Los animales y plantas, el aire puro y el contacto con la tierra pueden generar reacciones químicas en nuestro organismo que reduzcan el estrés y nos hagan sentir mejor.
Meditar, practicar mindfulness o técnicas de relajación hará que te liberes por unos momentos del ruido mental, causando un estado de paz y bienestar.
Cuerpo y mente son partes de la misma realidad y lo que sucede en uno de ellos se refleja en el otro.
Hoy podemos preguntarnos: ¿qué tiempo le damos a nuestro cuerpo y mente para encontrar esa paz que tanto necesita?
Recordemos la frase “Si no me ocupo yo, ¿quién? ¿Si no es ahora, cuándo?”.
Bendiciones.