A los muchos y variados placeres que proporcionan nuestros espacios al aire libre, puede sumarse uno intenso: cosechar los propios frutos y disfrutar su sabor con la madurez justa.
Si no fueran frutales, muchas de ellas serían simplemente plantas ornamentales de tan lindas que son.
La cuestión es encontrarles un sitio en el jardín, patio o balcón para que se conviertan en un deleite para todos los sentidos. Aquí hay sólo algunos ejemplos para inspirar a soñar, plantar y disfrutar.
Trepadoras
• El kiwi es una linda trepadora asiática de hojas redondeadas, bastante grandes y caducas. Las flores atractivas y péndulas -interesantes para una pérgola- aparecen en primavera. Es una planta con una particularidad: hay pies con flores funcionales femeninas (con estambres, pero polen no fértil) y otros funcionales masculinas. Se necesitan ambos tipos para obtener frutos. Podrían compartir una pérgola, por ejemplo, si esta fuera fuerte. En la Argentina se cultiva en forma industrial especialmente en Buenos Aires, donde las flores aparecen a mediados de primavera y la cosecha es otoñal. Hay que tener en cuenta que necesita inviernos frescos y veranos calurosos y húmedos.
La variedad más cultivada de kiwi es la “Hayward”, de pulpa verde, y hay una variedad llamada “Jingold”, de pulpa amarilla, más dulce y con más vitamina C.
• La vid tiene hojas grandes lobuladas y zarcillos. La vid europea (V. vinifera) crece muy bien en lugares de clima seco, con gran amplitud térmica y suelo permeable. Las vides americanas (V. riparia, V. labrusca) son originarias de América del Norte, toleran bien las condiciones de clima húmedo y son resistentes a ciertas enfermedades, inclusive pueden cultivarse en Misiones, como las variedades “Niágara Blanca” y “Niágara Rosada”. También se utilizan como pie de injerto. Las hojas de parra se emplean además en la cocina, en platos típicos de la región mediterránea, en especial la de Medio Oriente.
Árboles
• El caqui es el fruto del Diospyros kaki, árbol asiático pariente del ébano, el de la mítica madera (Diospyros ebenum). Es tan lindo que cuando se introdujo en Europa llegó como ornamental. Su tamaño es mesurado -unos 6 metros de altura- y la copa redondeada no necesita podas. Cada pie produce flores masculinas, femeninas y a veces bisexuales, y no son llamativas. Los frutos sí lo son, anaranjados y muy ricos nutricionalmente; y también el follaje otoñal, que acompaña la maduración de los frutos y suele ser rojo. Es de clima subtropical a templado cálido. La variedad “Fuyu” es antigua pero actual, no astringente, al igual que la “Sharon”. Sí son astringentes las variedades “Rojo Brillante” y “Hachiya”.
• El damasco es un árbol interesante como ornamental entre los Prunus, que de por sí son bellísimos. Lo es por su rusticidad y porque su ciclo temprano lo libra de ciertas plagas. De origen chino, el damasco fue cultivado en la antigua Grecia. Tiene hojas caducas, una altura de hasta 6 metros, con copa de lindo follaje y redondeada. Las flores blancas son sofisticadas y tienen el cáliz rojo. La floración se produce a fines del invierno y sus frutos maduros a fin de la primavera. Es un Prunus bastante sano y rústico, con unas raíces profundas, eficientes. Soportan temperaturas muy bajas, pero no toleran heladas cuando están en flor. No es raro que damascos nacidos de semillas tengan buena fructificación. Es grato cosechar los frutos en su punto justo de madurez ya que, luego de arrancados, no siguen madurando.
• El manzano en la Patagonia encuentra un clima ideal. Tal es así que, desde tiempos inmemoriales (se cree que los trajeron los primeros evangelizadores llegados a Chile antes del siglo XVII y luego se cruzaron a nuestro territorio), crecen silvestres en la región de los lagos que fue llamada “el país de las manzanas”. Hay muchísimas variedades cultivables en diversas zonas. Los manzanos necesitan sol y, aunque son de clima templado, necesitan acumular bastantes horas de frío en invierno para florecer. El fruto es más rico si el suelo es permeable y el lugar muy luminoso y con amplitud térmica.
También hay manzanos de adorno, con un cultivo en auge, que se llaman así por sus bellas floraciones, el color de sus hojas o su porte péndulo. Tienen un menor tamaño que el manzano común: no suelen superar los 4 metros. Sus frutos chicos son comestibles y pueden cosecharse para hacer dulces. Suelen intervenir en su formación especies como Malus floribunda, manzano de flor o japonés. Malus x purpurea tiene una llamativa floración fucsia y las hojas purpúreas; el Malus x “Red Jade” tiene porte algo llorón y notable coloración otoñal; el Malus x zumi “Golden Hornet” tiene múltiples manzanas amarillas que perduran luego de la caída de las hojas.
• Los citrus son plantas maravillosas para el jardín perfumado: aportan la fragancia de sus flores y la de los frutos. Tienen una limitante en su cultivo: las heladas. Suena romántico cuando se menciona el clima de los naranjos para definir un tipo de condiciones de cultivo de una planta. Ese es el clima que necesitan los cítricos: sin heladas, cálido. El suelo debe ser rico.
• Los mandarinos son arbolitos redondeados, de dimensiones controladas, que se llenan de azahares pequeños en primavera y en otoño maduran sus mandarinas. Provienen de varias especies de Citrus, entre ellas Citrus x reticulata. Si bien la alternancia de fructificación (años muy cargados y otros con poca producción) en las mandarinas es notoria y se controla por diversos métodos en cultivos industriales, en el caso de plantas de consumo familiar se las pueden dejar ser o practicar raleos manuales.