Eeva Sippola es doctora en Filología Hispánica y profesora de lengua y cultura Iberoamericana de la Universidad de Helsinki, Finlandia. Se especializó en el estudio de los cambios lingüísticos en contextos poscoloniales, y recientemente estuvo en la tierra colorada tratando de averiguar sobre los finlandeses en Misiones. Como lingüista, su interés por nuestra provincia y por la zona empezó después de ver un documental sobre un finlandés que hablaba el dialecto regional de su padre, pero vivía en Paraguay, cerca del cauce del Paraná, y nunca había visitado Finlandia. Entonces la pregunta era: ¿cómo puede ser que haya finlandeses que todavía sigan hablando de esa manera? Buscando, supo que en Oberá había una colonia finlandesa, y que se trataba de los primeros nórdicos que llegaron a la Zona Centro hace poco más de cien años.
Dijo que había investigaciones históricas, pero nada sobre la lengua. “Y a mí me interesa sobre todo el contacto lingüístico, cuando el español y el finlandés están en contacto, o los hablantes, y qué cambios hay en el idioma, si hay préstamos léxicos, por ejemplo, como en esta comunidad que, desde los comienzos, comenzó a usar palabras como chacra o casa. No usaban la palabra finlandesa para describir casa, sino que tomaban en préstamo del español. Creo que era para marcar la nueva identidad, como diciendo estamos aquí, en Argentina y por eso llamamos a nuestro hogar con la palabra casa por más que hablemos el finés”, explicó quien, por otros temas, ya había venido ya a América Latina (Chile, Perú, Brasil, Argentina), pero no había visitado Misiones.
Su interés empezó hace diez años. Luego hizo un par de estudios a base de materiales de archivo que se había recolectado en la comunidad en los años 70. Tras el nacimiento de su hijo Alvar (3) llegó la pandemia, y no podía viajar. Ahora surgió esta oportunidad. La Universidad le financió el viaje porque “quería ver si todavía quedan hablantes. Y todavía quedan un par, como Graciela Niskanen, que son descendientes del primer grupo. La tercera generación se cambió casi totalmente al español”.
De ahora en más, queda ver ¿qué pasa en estas comunidades cuando se pierde la lengua? ¿qué es lo que queda? ¿qué significa Finlandia para ellos? ¿qué tipo de recuerdos, costumbres, objetos, conservan? “Veré un poco qué es lo que sale de ahí, y en base a eso, publicar un artículo”. Sostuvo que no hay tantos finlandeses en América Latina, y que existe una comunidad en Penedo, cerca de Río de Janeiro, Brasil, donde “usaron esos recuerdos, esa memoria de Finlandia para fines turísticos, entonces es como un pueblo navideño”.
“Misiones me gustó mucho, me sorprendió de manera positiva. Hay mucha diversidad, la naturaleza es impresionante, tanta historia que, en cada esquina, se encuentra algo. Hay como capas históricas, las misiones jesuíticas, las culturas originarias, los inmigrantes, la política nacional, el contacto con países vecinos”.
Para la universidad a la que pertenece Sippola este trabajo es importante. Dijo que “tenemos libertad para decidir los temas de investigación, pero sobre los estudios sobre el contacto lingüístico, hay mucho interés. Es lo natural, lo que existe en la vida diaria de la gente, no es sólo aprender una lengua estándar en la escuela. Todos mesclamos, cuando vamos caminando por la calle nos encontramos con hablantes de otros idiomas. Eso es el uso interesante de la lengua”.
Además de eso, Sippola pudo apreciar la diversidad que existe en Misiones. “Me impresionó. No me esperaba tanta diversidad. Sabía que es una región con fronteras, con Paraguay y Brasil, y sobre la existencia de las culturas originarias. De hecho, junto a Annette Ivonne Gradeneker -obereña que hizo de guía- visitamos una comunidad aborigen en el Valle del Cuña Pirú. Estuvimos en el Parque de las Naciones donde se hace la Fiesta Nacional del Inmigrante, y nos entrevistamos con el titular de la Colectividad Nórdica, Emmanuel Hultgren. Vi cosas muy interesantes. Cuando entré a la casa era como estar en Finlandia, con una construcción de madera, muy típica. Me sentí en casa”.
“En Oberá hicieron como un proyecto de documentación de la Picada Finlandesa que abrieron los primeros, y el resultado final es una especie de documental. Es un material muy bien logrado, con un nivel de producción profesional. La presentación oficial será el 2 de diciembre para la fiesta del centenario de la independencia de Finlandia que se conmemora el 6 de diciembre”.
Sippola, que estudió lingüística en la Universidad de Helsinki, donde también se doctoró, realizó estudios de posgrado en la Universidad Autónoma de Madrid. Su tesis doctoral “es una gramática descriptiva de una lengua criolla que se habla en Filipinas, que tiene el léxico del español, pero la estructura es diferente, es como una nueva lengua, se llama chabacano. Es porque los españoles pensaban que hablaban mal el español cuando habían creado una lengua nueva. Entonces ese tipo de situaciones de contacto en el mundo hispánico siempre me fascinaron y me interesaron mucho”. Viajó a África, un continente que tiene mucho que ver con esto, “pero con otras lenguas. Como el español sólo se habla en Guinea Ecuatorial, no hay tanto material. Pero del francés, del inglés sí existen estudios similares”.
Para los misioneros que la acompañaron resultó hasta curiosa la relación de Sippola con la poesía y la literatura de América Latina. Es que, estudiando literatura hispanoamericana en el programa de estudios hispánicos y de lengua española, le recomendaban libros. “Y me encantó ‘Hijo de hombre’, de Augusto Roa Bastos. Me llamó la atención, aunque era muy joven cuando lo leí. Es como una figura grande, histórica, de la literatura hispanoamericana. Ahora supe que Claudio Bustos conoce a la familia y existe como una conexión directa. No podía imaginar encontrar a alguien que lo haya conocido personalmente. Me regaló su obra musicalizada y ahora resta que me contacte con los hijos del escritor que viven en Asunción, Paraguay”, rescató, quien también brindó una conferencia sobre “Variedades poscoloniales en América. Perspectiva de documentación”, en la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la UNaM.
Consultada sobre la fluidez del castellano confió que su primer contacto con el idioma fue a los 16 años cuando hizo un intercambio en Chile. “Lo hablo con mis amigos, con compañeros de trabajo que son hispanohablantes y enseñamos en el programa de lenguas. Si doy clases de historia de américa, siempre lo hago en español, aunque seamos todos finlandeses. Es para que los estudiantes escuchen, se acostumbren”, aseveró, quien se llevó libros de autores misioneros para “entender el contexto”. Entre los trabajos está “Desde Bonpland a Yerbal Viejo”, de Jorge Lloyd Wickström.