En la sede de la Asociación Cultural Sanmartiniana de Misiones, ubicada sobre calle Junín 2238, se resguardan copias de las fotografías originales del Monumento al General Don José de San Martín que, puede decirse, por milagro, quedó intacto después que los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial destruyeran la ciudad francesa de Boulogne-sur-Mer.
La presidenta de la institución, Estela “Pelusa” Gentiluomo, manifestó que “se trata de material único que llegó a Posadas de manos del titular de la Asociación 1909-2009 restauración de la estatua del General San Martín “Amistad Francia-Argentina”, Michel Delattre, quien había entablado una amistad con miembros de la Alianza Francesa. En una segunda visita a la tierra colorada, en compañía de su esposa, trajo libros y ésta colección de fotografías, cuyos originales se encuentran en el archivo de la biblioteca pública de Boulogne Sur Mer”.
Adelantó que “queremos hacer una exposición, posiblemente, en febrero, para el aniversario del natalicio de San Martín, a fin que toda la comunidad las pueda apreciar. En ellas se puede ver la destrucción de la parte baja de esta ciudad, observar el emplazamiento de la escultura, pero no se puede entender cómo se mantuvo intacta. Si, como se dice, hay razones del corazón que la razón no entiende, esto tampoco puede ser comprendido por la razón y nos permitimos decir que fue un milagro. El milagro que salvó del bombardeo a la estatua del General San Martín”.
La inauguración del monumento, el primero emplazado en su honor en Europa, se produjo el 24 de octubre de 1909, con la presencia de diez mil personas.
Gracias a Tomás Viera
El 17 de agosto de 1850 San Martín falleció en su casa. Sus restos fueron depositados en la Basílica de Notre–Dame, en cuya cripta permaneció hasta 1861. A principios del siglo XX el General San Martín era desconocido en el país en el que había vivido las dos últimas décadas de su existencia. Su figura había sido eclipsada por la de Simón Bolívar y muy pocos franceses tenían idea del papel que desempeñó en la independencia de América. Casi 60 años después de su muerte, Tomás Viera, un joven argentino que estaba viviendo en Francia, fue a Boulogne-sur-Mer para tratar de ubicar la casa en la que el Libertador había fallecido. Pero la vivienda no tenía siquiera una placa que la identificara. Decidió entonces hacer colocar una y confió su idea a su compatriota y amigo el doctor Enrique Crotto. La idea inicial fue evolucionando hasta decidir erigir una estatua.
Resolvieron entonces formar una comisión para colocar un monumento a San Martín en Boulogne-sur-Mer. Viera la presidió mientras que Crotto era su delegado en Buenos Aires. Independientemente de esta iniciativa, el 20 de septiembre de 1908 el senador Joaquín V. González presentó un proyecto de ley proponiendo al Poder Ejecutivo que contribuyera a la colocación de una estatua de San Martín en Boulogne-sur-Mer y la adquisición de la casa en la que muriera el general.
Tras abandonar la vida pública, el General San Martín decidió alejarse de su patria para no verse envuelto en las luchas intestinas que la desangraban y poder cumplir su promesa de no desenvainar su sable contra sus compatriotas por razones políticas.
La respuesta fue positiva y se comenzó a buscar el escultor que quisiera llevarla adelante. El primero en ser consultado fue, Auguste Rodin, quien contestó que “en nueve meses –que era el plazo fijado- se podía hacer un niño de carne y hueso, pero no un guerrero en bronce, con caballo y accesorios”. También fue negativa la respuesta de Antoine Bourdelle y de otros escultores. Finalmente, llegaron al taller de Henri Allouard, cerca del Jardín du Luxembourg, en París. El escultor pidió un día de plazo para contestar, a fin de poder interiorizarse sobre la historia del prócer. Al día siguiente respondió: “Sí. Bien merece que se haga por él un sacrificio, este capitán que fue el sacrificio hecho hombre”. La comisión se dirigió al alcalde de Boulogne-sur-Mer, Charles Péron, para solicitar que fijara el lugar de emplazamiento del monumento, y propuso que fuera en la Costanera Sainte–Beuve.
La ceremonia de inauguración del monumento, establecida para el 24 de octubre, para que coincidiera con la inauguración del Palacio de Correos y Telégrafos, tuvo gran brillo. El gobierno argentino envió una importante delegación de sus Fuerzas Armadas. Estuvo integrada por la fragata escuela “Presidente Sarmiento”, que realizaba su noveno viaje de aplicación; las cañoneras “Paraná” y “Rosario” y el transporte “La Pampa”, que trasladaba a un escuadrón del Regimiento de Granaderos a Caballo. Los equinos llevados por los granaderos quedaron en Francia, donados al ejército galo. La fiesta duró tres días, y los trenes llegaron desde París con dos vagones, lleno de argentinos.
Durante la noche del 15 de junio de 1944, unos 300 aviones arrojaron 1.200 toneladas de proyectiles sobre Boulogne-sur-Mer, con epicentro en la base de submarinos instalada a 200 metros de la estatua de San Martín, que quedó con unas pocas marcas.
El monumento sufrió los avatares de la II Guerra Mundial. Durante ella, en Boulogne-sur-Mer funcionaba una importante base de submarinos alemanes, por lo que la ciudad sufrió intensos bombardeos de la aviación anglo-norteamericana. Los alemanes rodearon la estatua con bolsas de arena para protegerla, pero recibió más de un centenar de impactos por esquirlas. Fue restaurada, pero ellos no fueron tapados por considerarlos “heridas de guerra”. En la actualidad, el monumento al General San Martín es uno de los más hermosos de esa ciudad. La casa es el Museo Libertador San Martín, que recibe unos 5.000 visitantes al año, y adquiere una singular importancia, porque allí vivió San Martín sus dos últimos años; le pertenece al Estado argentino, que la compró en 1926. Al principio funcionó como museo y consulado, pero desde 1968 quedó sólo como museo.
Se integró al paseo marítimo
Sobre el pedestal se alza la estatua ecuestre del Libertador levantando la bandera. A sus pies, una estatua representa a “La República Reconocida”, ofreciéndole una corona de laurel. Del lado opuesto, un trofeo de bandera, cañón, clarín, tambor, fusiles. En las paredes del pedestal dos bajorrelieves: “El cruce de los Andes” y “San Martín rechaza el poder”. La ceremonia fue presenciada por diez mil personas, más las que colmaban balcones y calles aledañas. Entre las personalidades presentes estaban dos futuros presidentes de la Argentina, Roque Sáenz Peña y Marcelo Torcuato de Alvear.
Signo de esperanza y paz
De acuerdo a lo relatado por Estela Gentiluomo, llegada la instancia de solicitar a la comuna de Boulogne Sur Mer la autorización para emplazar el monumento en el paseo marítimo, “los concejales sesionaron en debate. No fue simple. Uno de ellos levantó la voz para decir, refiriéndose al monumento. Su vista no hará jamás latir mi corazón, a lo que la respuesta de uno de sus pares fue inmediata: si el nombre del General San Martín no hace latir mi corazón de bulones, sí hace latir mi corazón de demócrata”. Finalmente, en medio de tanta locura, tanta desolación y tantos escombros, “la estatua de San Martín sigue intacta como un símbolo de esperanza y de paz, como un milagro”.
Según la presidenta de la Asociación Cultural, Bologne Sur Mer fue la primera de algunas ciudades de Francia en recibir en 1947 la Cruz de Honor, que estaba reservada solo a las personas. En 1948, obtuvo también la Cruz de Guerra con Palmas. En 2009 se creó en Boulogne Sur Mer la asociación 1909-2009 restauración de la estatua del General San Martín “Amistad Francia-Argentina”. Su presidente, Michel Delattre, “con el apoyo de la municipalidad y la Embajada Argentina en Francia, realizó un viaje a nuestro país para recibir las donaciones de diferentes círculos argentinos. En esa oportunidad, visitó Posadas y fue recibido por los integrantes de la comisión directiva de la Alianza Francesa, estableciendo una cordial amistad con Andrés Poujade y Silvia Clermont. En esa ocasión también se hizo presente en la Asociación Cultural Sanmartiniana, donde donó libros sobre el Libertador”.
A comienzos de 2022, en un nuevo viaje que hizo a la Argentina junto a su esposa y trajo consigo la colección de fotografías cuyos originales están resguardados en el archivo de la biblioteca pública de la ciudad de Boulogne Sur Mer. Sostuvo que, para la Asociación, “recibir este material fue una alegría inmensa porque es un material único. El monumento sigue sobre la playa, se hicieron algunos pequeños trabajos de restauración porque algunas esquirlas lo dañaron, pero, en comparación a todo lo que pasó, esto no fue nada”. Dijo que la admiración que se siente por San Martín “está basada en un espíritu de argentinidad. Toda persona que se sienta bien argentina no puede dejar de seguir admirando lo que fue y lo que es el General, con una vida fue de sacrificio, de entrega. No hay más hombres como él”.
Su padre, el coronel Federico Gentiluomo, militar e historiador, “se retiró en 1955 pero toda su vida fue un gran sanmartiniano, escribió libros sobre el prócer, fundó asociaciones, tenía copias de las cartas que Belgrano enviaba a San Martín, que encontró en el archivo de Mendoza y sacó copias. Fue un gran sanmartiniano y a nosotros no fue inculcando eso”.
Confió que, para ella, “presidir la Asociación es una gran responsabilidad porque quisiéramos hacer muchísimas cosas que no podemos llevar a cabo porque te impiden los fondos, entonces hacemos lo que podemos. Se firmó un convenio de reciprocidad con la Municipalidad de Posadas mediante el cual nosotros cedemos los salones para los diversos talleres. Pero el objetivo principal es difundir las actividades del general San Martín y mantener viva la imagen en el recuerdo. Los actos oficiales son sagrados”.
Destacó la labor de Lucía Gonzalvez Padilla, César Bóveda, Catriel Rodríguez y Lucas Ditz Diel. “Reconozco que los jóvenes que están trabajando acá junto a Julio Sauer, lo hacen con mucho cariño. Considero, de corazón, que esto funciona gracias a ellos. Y yo los apoyo porque veo como se dedican”.
Una colección de libros valiosos
“Tenemos una biblioteca con libros muy valiosos, algunos vinieron de la colección que tenía mi padre. Hay algunos de fines de 1890, y está la historia de San Martín escrita por Bartolomé Mitre. Todo es bibliografía de San Martín. Después de una noche de lluvia intensa tuvimos que tirar alrededor de 300 libros que quedaron en desuso. De a poquito vamos reorganizando todo. La biblioteca no está abierta al público por esa razón”.
La idea es recuperar los socios que tuvieron en los primeros tiempos para tener un ingreso de dinero. En los comienzos, llegaban a 300, ahora no superan los 60. En algún momento, “llegamos a tener socios benefactores, que estamos gestionando de nuevo”.