El guion de vida es una decisión que se toma de manera inconsciente a temprana edad.
Inconsciente, así que queda oculto en algún pliegue de nuestra conciencia. Atrapado hasta ser visto.
Es más que una decisión, es un conjunto de decisiones. Producto de mandatos heredados, de emociones y conductas absorbidas de nuestros padres. Un poco más tarde son nuestros mismos padres o figuras adultas que nos van marcando el cómo hacer las cosas.
Hay una forma correcta con la cual podemos conseguir amor y aceptación, hay una forma incorrecta con la cual logramos la no aceptación a riesgo de perder la pertenencia al sistema de origen y eso es peligroso. ¡Muy peligroso!
Este movimiento siempre es inconsciente. Siempre se hizo así. Son mandatos heredados que se reciben de los que vinieron antes. Da las gracias, no toques esto, parate derecho, no te rías tan fuerte, hay cosas que no se dicen, siempre la misma, vos dando la nota. Ese guion de vida tomado en forma inconsciente permite al niño sentirse en paz y a salvo en su sistema de origen, pero ¿qué sucede al crecer?
Nos queda chico, nos oprime, comienzan a ser decisiones peligrosas o insatisfactorias para nuestro actual estado, ya que el adulto necesita reconocerse y llegar a desarrollarse en base a sus propias decisiones.
Cada vez que nos reconozcamos en alguna repetición de la cual no podemos salir y con la que nos sintamos completamente atrapados es probable que estemos viviendo nuestro guion de vida.
Pasado, eso es el pasado que no nos permite estar en el momento presente, que es el único instante real en el cual podemos volver a tomar contacto con nuestro ser.
Aquí y ahora es lo real.
El pasado es historia y el futuro se construye en base a las decisiones o no del estado presente.
Habitarnos en el momento presente abre una brecha en la conciencia generando ese instante sagrado del ver, que nos va a permitir, a través de una nueva comprensión, tomar nuevas decisiones.
Actuar desde la comprensión en contra del mandato limitante es liberador. Debilita ese guion o mandato y refuerza la autonomía.
Sólo habita el momento presente y obsérvate en silencio sin miedo. Ahora desde el adulto es posible el cambio. Ya no se corre peligro.
El único peligro es quedarse en la repetición inconsciente. Descubre ese instante sagrado del ver.