El espejo: ¡qué misterio! Existe para que podamos mirarnos ya que nos es imposible mirarnos a nosotros mismos.
Qué curioso, cuánta limitación, qué incapacidad y confusión. El espejo solo nos trae una imagen reflejada de nosotros.
No somos nosotros, somos un reflejo externo de lo que somos.
Solo nos trae una imagen que además es una ilusión. Es solo una proyección.
Nada de lo que sentimos, nada de lo que pensamos, nada de lo que somos realmente lo podremos mirar en el espejo.
Es una ilusión y como tal solo vemos una mínima parte nuestra.
El verdadero yo estará oculto a la imagen relajada produciendo así una ilusión de lo que somos. Nada de lo interno se puede ver. Eso es lo que tenemos que descubrir.
Como somos incapaces de mirarnos a nosotros mismos con nuestros ojos creamos los espejos. Esa fue la única manera de vernos. Pero la percepción que tenemos de nosotros mismos termina siendo solo una ilusión.
Lo mismo pasa con lo que los otros ven de nosotros. Muchos, no todos, la mayoría ve lo que quiere ver.
Crean una ilusión, una proyección de sí mismos sobre ti. Ven lo que necesitan, muchas veces.
Otras ven lo propio, que por no poder verlo sobre sí mismos lo trasladan fuera, sobre otro.
Es una ilusión. Solo vemos ilusiones y reflejos.
Entonces, el espejo se vuelve inútil cuando no hay nada que reflejar o cuando decidimos vernos a nosotros mismos tal y cual somos.
Existe un momento crucial, una toma de decisión en la cual decidimos vernos desde adentro y ya no nos molesta, influye o condiciona lo que los otros vean en nosotros, muchas veces solo son sus proyecciones.
Se trasparente, solo así conseguirás a liberación. Se puro y luminoso como el cristal. Libre de reflejos, libre de imperfecciones.
Libre hasta de tus propias percepciones. Solo refléjalo a Él, que es la única verdad.
Descúbrelo a Él en todo y Él, “La energía maestra” será lo que te mueva.