Cada 8 de octubre es el Día internacional de la Dislexia, efeméride destinada a promover la concientización sobre este trastorno neurobiológico y hereditario que afecta al mecanismo de aprendizaje de las personas que la padecen.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) la dislexia perjudica principalmente a la lectoescritura, ya que supone problemas para identificar sonidos del habla y comprender cómo se relacionan con las letras y las palabras.
Con mayor precisión, los disléxicos manifiestan dificultades para recitar el alfabeto, denominar letras, realizar rimas simples y para analizar o clasificar los sonidos. Además, la lectura se caracteriza por las omisiones, sustituciones, distorsiones, inversiones o adicciones, lentitud, vacilaciones, problemas de seguimiento visual y déficit en la comprensión.
La inclusión y acompañamiento de los niños con dislexia es un desafío en la etapa escolar, porque el sistema educativo está estructurado para que el aprendizaje sea principalmente a través del código escrito. En el caso de estudiantes con el trastorno, esta modalidad significa un serio obstáculo porque no pueden asimilar ciertos contenidos o comprenderlos mediante la lectura.
Otras dificultades que caracterizan a la dislexia son la memoria a corto plazo, confusión entre la derecha y la izquierda, complicaciones en las nociones espacio temporales y de comprensión. Estos síntomas varían, y cada persona con dislexia es única, porque no necesariamente reúne todas estas características.
El apoyo familiar y el acompañamiento pedagógico son sostenes fundamentales en la vida y formación de niños con dislexia. Pueden llevar una vida totalmente óptima e interactuar con su entorno si sus necesidades están debidamente atendidas.
Fuente: con aportes de Disfam.org