A Eusebia Concepción Valdez la conocemos todos como “Neni”, la mujer que no sabe vivir sin tratar de hacer más llevadera la vida de los que más necesitan y que, desde hace once años, está al frente de la Fundación Tupá Rendá, hoy a cargo de dos hogares de niños.
“Neni” nació y se crió en una familia donde el servicio era cosa de todos los días, “trabajo comunitario hice toda mi vida, lo mamé de mi familia. Tenía tareas desde chica, recuerdo que todos los días tenía que llevarle la comida a una abuelita que vivía en la costa del río. Llegaba de la escuela, cargaba la cacerolita con la comida que mamá cocinaba para las villenas (paseras) y le llevaba a la abuela, la levantaba, la sentaba y le daba. Lo hice desde quinto grado de la primaria y durante toda la secundaria, hasta que falleció”, rememoró en diálogo con PRIMERA EDICIÓN.
Según recordó, la camioneta de su papá (fundador del Círculo de Diabéticos y del Centro de Almaceneros) era también ambulancia, transporte para bodas y sepelios. “Con mi mamá (Doña Pomposa) cerca nadie se va a morir de hambre, hasta ahora, que tiene 89 años es muy activa y sigue organizando el Yopará cada año”, indicó.
Compromiso
A “Neni” nunca le sobró tiempo, ni en sus años de docente universitaria y madre con hijos chicos y tampoco después de jubilarse, hace siete años. “Creo que un mundo mejor es posible, basta que cada uno haga algo. Hay mucha gente que colabora y trabaja en Tupá Rendá, yo soy la cara visible, la que pide y gestiona. Se puede decir que soy adicta al servicio, no porque sea mejor o peor persona… creo que algunos nacieron para ser cantantes, otros para ser pintores, yo nací para servir, no puedo concebir un tiempo sin hacer algo u organizar algo”, confesó.
Estar para el otro no es fácil ni un cuento de hadas. “Desde que tengo uso de razón, dije que no podría trabajar con niños que sufren… cuando con la Pastoral del Amor de la Capilla de Fátima íbamos al hospital yo iba al Madariaga, nunca a Pediatría porque me hacía muy mal. Pero cuando me di cuenta estaba como presidente de la Fundación Tupá Rendá y al frente de hogares de niños”, contó.
Fue con el padre Alberto Barros, entonces párroco de la Catedral, cuando comenzó con un refugio para adultos mayores. “Fue un invierno con mucho frío y lluvias. Entrababan a las 19, se bañaban con agua caliente, tomaban su matecito, merendaban, cenaban y dormían calentitos. Al día siguiente desayunaban y salían. El refugio funcionó unos cinco o seis años, hasta que se cerró por cuestiones legales el hogar de niños ‘El Refugio’ y no sabían dónde llevar a los 30 chicos que estaban ahí. Entonces nos llamó el Ministerio de Desarrollo Social y nos pidió que por tres meses recibiéramos a los 30 chicos. Y esos tres meses se transformaron en casi diez años”, relató.
En 2012, se constituyó la Fundación Tupá Rendá que tiene como socios fundadores al obispo de Posadas, Juan Rubén Martínez, y al padre Alberto Rubén Barros. “Empezamos con esos 30 niños, después vinieron otros… tenemos historias hermosas, algunas tristes, de todo un poco”, admitió.
Inolvidables
A “Neni” se le ilumina el rostro cuando recuerda las historias felices, como los cinco hermanos que fueron adoptados juntos por una pareja de Buenos Aires: “La mamá me manda fotos, están hermosos, el mayor ya está en la facultad y el más chico, que se fue con un año y medio, ahora ya está en segundo grado. Cuando veo eso siento que de algo sirvió nuestra tarea, por lo menos un ser humano pudo cambiar su vida para mejor”, confió.
Entre las historias más tristes, recordó a dos chicos que se fueron del hogar: “Hace poco vi en el noticiero a uno de ellos que, con 16 años apuñaló a otro en el centro de Posadas. Ante estos casos es inevitable pensar si hice todo lo que estuvo a mi alcance”, admitió.
También recordó con mucha tristeza a otro chico que “tenía 15 y no aguantó el tema de los límites, empezó la secundaria y quería salir todas las noches. Se escapó, se fue con su mamá y el cuadro que vio no fue el mejor… aguantó un año y terminó suicidándose. Pero la vida es una de cal y otra de arena”.
Por qué fue elegida
Neni Valdez representa a cientos (ojalá que miles) de misioneros que dedican parte de sus vidas a tratar de mejorar el presente y futuro de los otros. Y lo hace con acciones, con esfuerzo, con su propio tiempo y con amor. Ponerse al servicio de otros es parte de su ADN familiar pero eso no le evita sufrir cuando su ayuda no alcanza para torcer destinos. Por todo eso, Neni fue elegida entre las personalidades destacadas por PRIMERA EDICIÓN.