Ya lo habíamos hablado, pero esa tendencia suma seguidoras así que volvemos a mencionar este tema de alta aceptación.
Es que cada vez más mujeres deciden lucir y amar su pelo al natural; tendencia que se convierte en un cambio de enfoque sobre qué es ser bella.
Por alguna razón quedó establecido que las canas son aceptables e incluso señal de agradable madurez en los hombres, pero no así en las mujeres. Por el contrario, para una mujer dejarse las canas era (y a veces es) visto como una señal de descuido y dejadez.
Pero la realidad es que las canas siguen apareciendo y multiplicándose y no hay mucho que podamos hacer para detener ese proceso.
¿Cómo funciona?
Las células del bulbo piloso producen peróxido de hidrógeno y una enzima llamada catalasa lo descompone en agua y oxígeno.
Con el paso del tiempo –a veces ayudado por cierta predisposición genética y/o acumulación de estrés–, los niveles de catalasa disminuyen, lo que permite la acumulación de peróxido de hidrógeno en el bulbo piloso. Esto daña y destruye las células productoras de pigmento de nuestro pelo hasta dejarlo blanco.
¿Por qué abrazamos la tendencia ?
Hoy son cada vez más las mujeres que deciden dejar de luchar contra los molinos de viento, es decir, tapar las canas cada 15 días, que es el tiempo aproximado en que la raíz blanca vuelve a asomar.
Hay varias razones para esta suerte de “sinceramiento capilar”:
Es cansador teñirse el pelo con tanta frecuencia (y requiere una buena inversión de tiempo).
Es costoso: en una peluquería promedio, el monto puede ir desde los $2500 hasta los $3900, dependiendo del procedimiento.
La pandemia, que mantuvo muchos locales cerrados por meses, nos animó a muchas de nosotras a amigarnos con nuestras canas.
Cada vez hay más ganas de aceptarnos y reconocernos tal cual somos, de incluir los grises, de romper con el estereotipo de la belleza eternamente joven y reconocer lo bello en el paso de los años.
Testimonio: Me gustó lo que encontré; una sensación hermosa sentirte cómoda con algo tuyo, con algo que está. Por suerte, ahora ya no estamos tan estigmatizadas con respecto a la belleza hegemónica y vamos viendo una belleza más madura que empieza a ser validada.