El avance del juicio que tiene en el banquillo a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, entre otros exfuncionarios y empresarios, llegó a la instancia de los alegatos y con ello una nueva presentación pública de la expresidenta que, de esa forma, volvió a tomar la centralidad de la política nacional.
Tanto el presidente Alberto Fernández como el ministro Sergio Massa, acaso las otras patas de la coalición gobernante, debieron salir en defensa de la vice para preservar su apoyo político en momentos en los que la gestión enfrenta duros embates. Hacia adentro, Cristina mantiene una ostensible cuota de poder muy necesaria cuando las decisiones que se deben tomar en el corto plazo son “piantavotos”.
En su presentación de hora y media, CFK ensayó una autodefensa, un virtual lanzamiento de campaña, un llamado a todo el peronismo y, al mismo tiempo, subió al ring al expresidente Mauricio Macri, quien prefirió mantenerse en silencio. Todo ese torbellino que representa hoy la política tuvo su réplica en la calle con manifestaciones y episodios de tensión entre militantes del kirchnerismo y del antikirchnerismo.
El Gobierno advierte que, a partir de los últimos eventos políticos y judiciales, comienza a gestarse un clima de conflictividad en las calles, pero uno que se esperaba hacia fin de año y anclado en la crisis económica generalizada. Termina siendo extraño que, cuando casi todas las variables económicas empujan a la sociedad a la crisis, sea la política la que termina detonando las tensiones en la calle.
En pocos días será el turno del alegato de la defensa de la expresidenta. Sus abogados intentarán desmontar una acusación que, asegura la funcionaria, se construye sobre un guion y no sobre pruebas.
Culpable o inocente, lo seguro es que la decisión final sea cual fuere, llevará al extremo una actualidad repleta de tensiones.