El pasado julio quedará grabado en la memoria por la sucesión de acontecimientos que pueden sintetizarse en dos cifras: la suba del 24% del blue y el 7,4% de inflación minorista, pero peor este no sería un hecho aislado, ya que no es más que un eslabón más de una larga cadena de aumentos. En ese contexto, la mejor forma de resguardar los ingresos familiares no fue a través del plazo fijo o la compra de dólares, sino adelantando compras en el supermercado.
En lo que hace al índice de precios al consumidor, este fue 2,1 puntos porcentuales por encima de junio y muy por encima del 3% alcanzado en igual mes de 2021. Pero eso no es todo, ya que también fue el nivel más alto de los últimos 20 años. Cabe agregar que si ese porcentaje se anualiza, la inflación acumulada se elevaría al 135%.
Si se toma en cuenta el lapso comprendido entre enero y julio, el acumulado es del 46,2%, pero si se desagrega el dato de inflación de acuerdo a los denominados “rubros”, el que más sube es Prendas de vestir y calzado, que trepó un 56,5%, seguido por Restaurantes y hoteles, con el 53,7%.
Apenas por debajo se ubicó Alimentos y bebidas no alcohólicas, con el 48,3% y Educación, con el 48,2 por ciento. Finalmente, Salud muestra un incremento del 46,9%.
En sentido inverso, los rubros que menos subieron fueron Comunicaciones, con el 27,7%, Vivienda, combustible, gas y electricidad, con el 36,3% y Bebidas alcohólicas y tabaco, con el 37,7%. Si se desagrega este incremento del 46,2% por regiones, las más castigadas son Cuyo, con el 47,4%, seguido por la Patagonia, con el 47,1% y el Noroeste, con el 46,9%, mientras que la menor suba se registró en la región pampeana y el Gran Buenos Aires, en donde llegó al 46%.
En lo que hace a los productos que conforman la canasta básica, un primer análisis arroja como resultado una notable dispersión entre los diferentes rubros que conforman el indicador.
En lo que hace a la canasta de productos básicos que reporta el INDEC, las mayores subas corresponden a la lechuga, que trepó un 225% y la cebolla, que avanzó un 193% en gran medida por cuestiones estacionales, al igual que el azúcar, que subió un 113%.
En un contexto como el actual, en el que los precios aumentan ya a un ritmo semanal, con casos en los que los ajustes llegan a los dos dígitos y prácticamente no existe referencia de precios para muchos productos, suele surgir la duda de cuál es la mejor inversión para tratar de resguardar el patrimonio de la familia.
En tal sentido, ante la falta de respuesta a nivel gubernamental más allá de alguna fallida declaración de guerra y de amenazas varias, es evidente que la batalla que libra a diario el consumidor para resguardar su patrimonio frente al avance inexorable de los precios y del dólar es cada vez más compleja, ya que a la posibilidad de elegir entre el “freezer” o el “billete verde” se suma la posibilidad de colocar dinero en un plazo fijo tradicional.
Debe tenerse en cuenta que en estos siete meses los precios subieron un 46,2% y el dólar blue un 42,2%, mientras que un plazo fijo rindió en el mismo lapso un 28%. A partir de esta referencia, es interesante destacar aquellos productos que pudiendo ser almacenados, tanto respetando la cadena de frío (léase en el freezer) o en la alacena, le ganaron por mucho a cada uno de estos “drivers” en los primeros seis meses del año.
En cuanto a los que se pueden “stockear” en la alacena, los mayores rendimientos fueron para el paquete de azúcar de un kilogramo, ya que subió un 113%, superando a la harina de trigo común 000 y el café molido por 500 gramos, que subieron un 80%, seguidos de cerca por los fideos secos tipo guisero, en paquete de 500 gramos, que avanzaron un 78%.
En tanto que quienes apostaron a la carne, en sus diferentes cortes, perdieron en su apuesta, ya que no lograron superar el techo inflacionario, siendo la mejor “inversión” la paleta, que subió un 38,4%.
Le siguen en orden descendente la carne picada que subió un 37% y la nalga, en tanto que el asado apenas subió un 21,2%, aunque este porcentaje podría estar distorsionado por la fijación de precios en supermercados.
Finalmente, en lo que hace a los productos de limpieza y tocador, los que más subieron fueron Jabón de tocador, con el 67%, en pan, con el 62% y líquido para la ropa, que subió un 59%.
Proyecciones para 2022
Según el último Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) que elabora habitualmente el Banco Central, el conjunto de consultoras y bancos que conforman la encuesta cerrada a fines de junio estima que la inflación minorista para el presente año rondaría el 95%. De confirmarse esta proyección, que dicho sea de paso viene subiendo mes a mes, el IPC mensual rondaría el 6%.
Un informe realizado por la consultora EcoGo develó que la variación de precios en los alimentos fue de 1,1% durante la segunda semana de agosto, lo cual podría ser un dato alentador ya que muestra una leve desaceleración de la tasa.
“La llegada del nuevo superministro parece haber traído un poco de calma a los mercados financieros -aunque con poco horizonte si no se define un plan en breve- y la economía real reaccionó en consecuencia. Luego de las grandes subas experimentadas durante julio, agosto comienza más moderadamente”, señala el reporte.
Cuánto para ser clase media
La curva inflacionaria, que se vio más marcada en julio y anticipa un 90% interanual, provoca estragos en las familias, quienes requieren cada vez más ingresos o un menor nivel de consumo.
Uno de los principales factores que influyó directamente en la economía de los hogares, es el incremento de los precios en servicios básicos como el agua (20%), frutas y verduras (16%), expensas (12%) y comestibles envasados (10,60%), durante el sexto mes del año.
Así lo explica el relevamiento llevado a cabo por el Centro de Educación Servicios y Asesoramiento al Consumidor (CESyAC), que indica a su vez que una familia porteña necesita alrededor de $7.600 cada día para mantener su nivel de vida.
Según el relevamiento de CESyAC, una familia tipo de clase media en la Ciudad de Buenos Aires necesitó durante julio un presupuesto de $229.859,24.
Ese monto contempla $165.333,08 (72%), para contratar servicios básicos para el hogar, mientras que $64.526,16 (28%) son para productos de consumo masivo.
Fuente: iprofesional.com