Con el ajuste por tarifas que se avecina a partir de la conferencia y oficialización de las formas desarrolladas ayer por el Gobierno nacional, se estará ahorrando al fisco nada más que la mitad de lo calculado inicialmente por la Secretaría de Energía y el Ministerio de Economía.
Y aunque se haya intentado argumentar que con esto se busca el menor impacto posible en los bolsillos de los argentinos, una fuerte verdad trasciende a los anuncios y sus elementos discursivos: es un ajuste duro y convencional.
Ni hablar de cómo se comportarán los índices de inflación toda vez que el impacto de la segmentación sea pleno. A nadie le quedan dudas de que el nivel de los precios cerrará el año más cerca del 90% que del 60% esperado por el Gobierno.
Párrafo aparte merece el “federalismo” al que aluden cuando lo que buscan justificar son los constantes beneficios para el centro y sur del país. No hubo alusión ayer a la inexistencia de gas en red en Misiones… no hubo tampoco distinción acerca de lo que pueda pasar con las tarifas de luz durante el verano venidero. Pero sí hubo una extensa justificación sobre la necesidad de atender las tarifas de gas en el sur.
Una vez más el “federalismo” se estacionó en la otra punta del país, tal y como sucedió hace poco más de un año, cuando en tiempo récord el Congreso aprobó reducir las tarifas de gas en “zonas frías”.