Ponerle voz al cuerpo y a la emoción es un trabajo al que no estamos acostumbrados, sabemos contar historias, anécdotas, recuerdos, pero ponerle palabras a lo que sentimos es algo que debemos aprender.
Tantas veces que sean necesarias tenemos que mover esa emoción que nos dolió y que según Alexander Lowen la guardamos en el cuerpo en forma de corazas.
Hay una frase que dice: “La historia se llora hasta que deje de doler”. ¿Qué significa esto?, quiere decir que no sólo vamos a tener que hablar de lo que nos pasó y dolió sino que tenemos que sentirlo, una y otra vez hasta aceptarlo.
A veces esto nos hace tapar y no querer vivir de nuevo ese recuerdo, pero ahí es donde nuestro cuerpo comienza a hablar cuando queremos callar.
Tantas manifestaciones notamos hoy en nuestro cuerpo que marcan malestar, dolor y que muchas veces visitamos al médico para que nos diga lo que ya nos dijeron: “¡no tenés nada!”. Pero en realidad lo que tenemos es un ahogo de palabras que no hemos dicho.
Ese ahogo puede que no tenga solución porque el tiempo pasó y no se puede volver atrás, pero sí podemos expresar de otra manera, afrontar aquella situación que hemos vivido y que no nos permite avanzar en nuestra vida. Ese ahogo mejora poniéndole palabras a lo que sentimos.
Hoy es un buen día para animarnos a conectar con todo lo que sentimos, aquello que nos gusta y eso que todavía duele.
Hablar reorganiza lo que sentimos, aclara lo que tenemos confuso, devuelve serenidad, muestra el camino, aquieta tempestades internas. Hablar y ser escuchado, ser comprendido y no juzgado también nos ayuda a integrar nuestro ser, por eso hay que ponerle voz al cuerpo y a la emoción, trabajando con todo nuestro cuerpo, tomándonos tiempo para aprender a escucharlo.
Los invito a pensar en su vida, ¿qué emociones guardan? ¿Qué ahogos grita su cuerpo? ¿Qué dolor hay en esa espalda que lleva tanta carga? ¿De dónde viene?
Y despacio muy despacio tomarnos un momento para decirnos: “hoy podés soltar, no todo depende de vos, te amo y te acepto tal como sos”.
Que Dios los bendiga.