Un problema cada vez más común en la sociedad moderna que hasta hace poco tiempo se relacionaba únicamente con Japón, pero que en los últimos años se ha extendido a otros muchos países como Estados Unidos, Italia o incluso Argentina.
Un trastorno que a día de hoy afecta a más de un millón de personas sólo en Japón y sobre todo a los más jóvenes.
¿Qué es el Síndrome Hikikomori?
El término Hikikomori fue acuñado por el psiquiatra Tamaki Saito, en el año 2000 y significa apartarse, estar recluido. Se define como una forma voluntaria de aislamiento social o autorreclusión, debido a factores tanto personales como sociales. Afecta fundamentalmente a jóvenes adolescentes ya de por sí sensibles, tímidos, introvertidos, con pocas relaciones de amistad y con una percepción del mundo exterior como algo violento que les agrede constantemente.
Se considera Hikikomori a individuos que han pasado al menos 6 meses aislados de la sociedad.
Saito hablaba de Hikikomori tanto para definir la condición de este aislamiento como también para referirse a las personas que lo padecen.
Hablamos de síndrome para referirnos a un conjunto de síntomas que se presentan juntos y son característicos de una enfermedad o de un cuadro patológico determinado provocado, en ocasiones, por la concurrencia de más de una enfermedad.
Cuáles son las características del Síndrome de Hikikomori
- • Suele suceder mayoritariamente en adolescentes.
- • Se considera Hikikomori a individuos que han pasado al menos 6 meses aislados de la sociedad.
- • No abandonan su habitación, no estudian ni trabajan. No tienen horarios establecidos, duermen cuando quieren, dejando pasar a veces dos días sin hacerlo. Con la alimentación sucede lo mismo.
- • Pasan sus horas jugando juegos online o navegando en Internet como su único contacto con el exterior. En muchos casos, se sienten víctimas de una sociedad muy exigente y habitualmente dejan el colegio por los abusos psicológicos que reciben por no encajar en sus grupos de pertenencia.
Si bien la mayoría de las personas celebran cierto regreso a la normalidad y varios de ellos tienen incluso mayor capacidad de tolerancia a los cambios que requiere estar de vuelta, tanto en círculos cercanos como también en las consultas me he encontrado con pacientes que eligen la virtualidad para sus consultas porque prefieren evitar trasladarse.
Muchas costumbres han cambiado y puede que algunas que hemos adquirido en estos tiempos llegaron para quedarse.
Lo mismo con relatos de niños que no quieren sacarse el barbijo en ningún momento por miedo a contagiarse o contagiar a sus seres cercanos, en especial a sus abuelos, adolescentes abúlicos o deprimidos, sin ganas de levantarse que prefieren clases online que ir al colegio cuando se acostumbraron a estar en casa hasta 8 horas frente a sus computadoras.
Sabemos que todos los extremos son malos y que el vivir implica cierto riesgo, pero si estamos atentos a todo lo que hemos aprendido para cuidarnos, podemos entender que la seguridad que se garantizan las personas Hikikomori los deja solos, siendo tan necesario el contacto presencial y el habitar distintos roles para crecer y aprender a aplicar diferentes recursos.