Con la sanción de la ley de cupo femenino primero, y la de paridad de género después, el Congreso dejó de ser un escenario casi exclusivamente masculino.
Las bancas ocupadas por mujeres, que antes eran apenas una excepción, pasaron a ser norma.
Y junto con el desembarco legislativo de referentes del género femenino, llegaron nuevos aires.
Uno de los grandes cambios se vio en el (necesario) incremento de baños de mujeres. Además, la agenda parlamentaria comenzó a introducir temas impensados.
Antes de los años 90, pocas veces se escuchó en el recinto la palabra menstruación o endometriosis, la violencia de género era cuestión doméstica y el aborto, un tema tabú.
Pero además de la actividad parlamentaria, el desembarco femenino incluyó figuras con peso propio, ambición de poder, liderazgo innato y otras cualidades imprescindibles en un cuerpo colegiado en el que hacerse escuchar y persuadir a las mayorías no es tarea sencilla.
Algunas de bajo perfil pero que tejen acuerdos para destrabar negociaciones que a primera vista parecían casi imposibles. Otras con una visibilidad que traspasa las paredes del Congreso. Aquí las figuras más influyentes del Legislativo.
Senado
Cristina Kirchner
Es la vicepresidenta de la Nación y la presidenta del Senado. Pero además, es quien digita la agenda de la Cámara alta. El jefe de la bancada oficialista, José Mayans, no impulsa -ni frena- nada que no tenga el visto bueno de la dos veces presidenta de la Nación.
Ello explica, por caso, que el pliego de Daniel Rafecas para encabezar el Ministerio Público fiscal, enviado por el presidente Alberto Fernández, siga sin ser tratado.
Al mismo tiempo, que CFK sea la “demiurga” del Senado ofrece algunas pistas sobre los motivos por los que avanzaron iniciativas como la creación de una comisión investigadora abocada a la empresa Vicentin; el proyecto que baja las mayorías necesarias para nombrar al jefe de los fiscales nacionales y otras iniciativas, de corte judicial, como las modificaciones a la reforma judicial impulsada por el Ejecutivo.
Pero el poder de CFK es finito. varios proyectos que la tienen como autora intelectual no consiguieron luz verde en Diputados, que supo presidir su primogénito, no cuenta con los números para su sanción.
Anabel Fernández Sagasti
Exégeta de Cristina Kirchner, la camporista mendocina tiene un rol hiperactivo en el Senado. No sólo preside una de las comisiones más importantes, la de Acuerdos, sino que también es la vicepresidenta del ahora interbloque Frente de Todos. Cuando ella habla, se escucha el pensamiento de Cristina.
Con discursos aguerridos, es una de las legisladoras más duras con la oposición. No titubea a la hora de marcarles la cancha ni señalarles sus contradicciones. Y, si hace falta, también echa mano a chicanas.
Claudia Ledesma Abdala
Es la segunda en la línea de sucesión presidencial, motivo por el que preside buena parte de las sesiones cuando la jefa del Senado abandona el recinto.
De perfil extremadamente bajo, la santiagueña no se sale del libreto que ordena las sesiones. Es la guardiana de la Vicepresidenta cuando esta queda a cargo del Ejecutivo.
Juliana Di Tullio
Acompañó a Cristina Kirchner cuando fue candidata a senadora por Unidad Ciudadana en 2017.
Aunque asumió como senadora recién cuando Jorge Taiana, en agosto del año pasado, quedó al frente del Ministerio de Defensa.
Tras la “ruptura” del Frente de Todos para hacerse de una silla en el Consejo de la Magistratura, la bonaerense pasó a presidir el bloque Unidad Ciudadana, nombre que se remonta a épocas prealbertistas, cuando de hecho, el mandatario era jefe de campaña de uno de sus rivales, Florencio Randazzo.
Di Tullio es otra de las senadoras que habla en nombre de CFK y preside una comisión clave, la de Trabajo y Previsión Social.
Diputados
Graciela Camaño
Es la guardiana del reglamento. Por su vasta experiencia legislativa, es respetada por el oficialismo y la oposición en partes iguales.
No llama la atención que tome la posta de Sergio Massa, su sobrino político, para ordenar las sesiones.
Camaño, quien además ocupa una silla en el Consejo de la Magistratura, se ubica por encima de “la grieta”, no apela a slogans vacíos y lleva su propia agenda al recinto.
Silvia Lospennato
La referente del PRO, que pasó a la historia por su emotivo discurso durante la primera sesión por la legalización del aborto, es una de las “coordinadoras” de Juntos por el Cambio desde que el interbloque dejó de ser presidido por el radical Mario Negri.
La bonaerense debe lidiar con un espacio con 116 diputados dispersos en 10 bancadas diferentes.
Fue una de las mentoras de las estrategias a las que apeló la oposición para limitar al oficialismo.
Por caso, fue la voz cantante para imponer dos debates en agenda que el FdT resistía: la suba del piso de Bienes Personales y la Boleta Única.
Myriam Bregman
Con ella, la izquierda porteña volvió a tener una banca en el recinto después de 20 años. Sus críticas dirigidas a ambos lados de la grieta no sólo resuenan en el Congreso, sino que las lleva a cada marcha en que participa. Y su voto -junto al de sus tres compañeros de banca- es decisivo en debates en los que la balanza está equilibrada.
Cecilia Moreau
Es una de las referentes del Frente Renovador con mayor peso dentro (y fuera) de la Cámara baja.
Preside una de las comisiones más importantes, la de Legislación General, y forma parte de la mesa chica del oficialismo. Tiene llegada directa a los dos pesos pesados de la coalición en ese cuerpo: Sergio Massa y Máximo Kirchner.
Interviene en las negociaciones con los referentes de la oposición para destrabar asuntos que generan rispideces en una Cámara en la que rige el empate.
Victoria Tolosa Paz
Es una de las mujeres que encarna las ideas de Alberto Fernández en el recinto. Defensora a ultranza de la gestión del FdT, fue quien encabezó la lista de candidatos en la provincia de Buenos Aires.
Con esta decisión, que no fue vista con buenos ojos por el kirchnerismo de paladar negro y que encima derivó en una derrota en el territorio más preciado, comenzó el cisma del FdT.
Un largo camino lleno de lucha
El 25 de abril de 1952 asumieron 23 diputadas y 6 senadoras. Eran amas de casa, maestras, enfermeras, empleadas de comercio.
Por primera vez en nuestra historia la mujer podía elegir y ser elegida. Fue un hito en la lucha por la igualdad de derechos del Congreso de la Nación.
Las bancas que ocuparon no estaban vacías ni se hicieron solas. Fueron parte de la lucha que desde principios de siglo encarnaron mujeres y organizaciones sociales y políticas, pero que con la llegada del peronismo al poder adquirió una dimensión inédita, incluso épica.
Habían pasado casi cinco años de la sanción de la ley 13.010, que con el impulso de Eva Perón estableció la igualdad entre varones y mujeres tanto para elegir como para ser elegidos.
El voto secreto y obligatorio instaurado en 1912 para todos los hombres mayores de 18 años, se universalizaba. También la representación política.
Hasta 1951 las mujeres argentinas sólo habían votado en las elecciones provinciales de San Juan, celebradas en 1934, donde además se eligió a la primera legisladora provincial de América Latina: Emar Acosta. Este antecedente fundamental no alcanza para ocultar la resistencia a la participación política de las mujeres.
Fuente: Con aportes de El Cronista