Pablo Damián Encina deberá resocializarse durante los cuatro años de prisión que ayer le fijó el Tribunal Penal 2 de Posadas. El próximo jueves 14 de julio se cumplirá un año que fue detenido nuevamente por violar la ley, una vez más por amedrentar y robar a sus vecinos.
Con 26 años, ayer martes volvió al banquillo de acusados. Arribó al debate imputado por el delito de “robo agravado por el uso de arma de fuego y por estelionato”, por vender, permutar o reducir lo que se apropió amedrentando a un automovilista de 21 años (con domicilio en el barrio Yohasá) parado en un semáforo del cruce de las avenidas Almirante Brown y Zapiola.
Encina fue detenido una hora después de cometer el robo y a menos de cien metros del escenario del crimen. Lo atrapó una comisión de la comisaría Sexta en el cruce de Zapiola y calle 72. Acababa de permutar un smartphone Samsung J7 por dos mil pesos y un celular de mucho menor valor. Se trataba del teléfono que le arrebató a su vecino.
Pocos días después en indagatoria ante el juez de Instrucción 7, Miguel Mattos, admitió su participación en el hecho pero que no lo hizo armado como lo sostuvo la víctima en su denuncia.
Ayer, bajo el patrocinio de la defensora oficial Celina Silveira Márquez, fue juzgado por los camaristas Carlos Jorge Giménez, César Antonio Yaya y Gregorio Augusto Busse.
Dos testigos se presentaron tras la lectura de elevación a juicio. Uno de ellos, el joven que fue víctima del robo quien, cuando el fiscal Vladimir Glinka se lo preguntó, intentó ratificar que el robo fue a punta de arma de fuego.
No fue secuestrada pistola o revólver alguno. A Pablo Encina, durante el procedimiento de la seccional Sexta, no se le encontró un elemento similar.
Durante su alegato, Glinka remarcó este punto, que no hubo arma de fuego pero no quitó eso el uso de la violencia que impuso el encartado. Insistió en que la gravedad del delito que le iba a imputar no podía ser soslayada “un robo simple puede llegar a doce años de prisión, no es un arrebato o un hurto (…) No es una pavada como habitualmente se repite”.
Para tal imputación, prevista en el artículo 164 del Código Penal Argentino, solicitó cinco años de prisión efectiva, con la calificación sumada de “estelionato” (artículo 173, inciso noveno del CPA) por “reducir” lo robado, en este caso por permutar el smartphone obtenido con violencia.
La defensora Silveira Márquez solicitó, tras la admisión de culpa de Encina, que se le dé por cumplida la pena con el año de prisión a punto de cumplir.
Para el Tribunal, hubo coincidencia con la acusación de Glinka, pero con un año menos de prisión y resaltando que es reincidente.
“Llevé un lomito y firmé un acta”
Entre los testigos que se presentaron ayer ante el Tribunal Penal 2 de calle San Martín en el microcentro posadeño, se destacaron la víctima directa del robo o arrebato protagonizado -en el cruce de Zapiola y Almirante Brown hace casi un año- por Pablo Damián Encina, y un joven distribuidor o motodelivery.
El relato del cadete repartidor de comida fue llamativo. Fue citado como testigo del acta de detención del sospechoso pero ante los jueces reconoció su rúbrica en el documento incorporado al expediente pero aclaró: “Yo fui a la comisaría Sexta a llevar un lomito que habían pedido y me hicieron firmar un acta”. De todo lo sucedido con anterioridad aseguró no saber nada: “Estaba trabajando”.