Apenas terminó el secundario en el Instituto Canossiano “Nuestra Señora de la Salud”, de Jardín América, Lerena Luján Silva (27) se instaló en la capital correntina para continuar en la UNNE la carrera que le abrió las puertas a tantas nuevas experiencias. Tal fue su entusiasmo, que se recibió de ingeniera agrónoma en 2018, a punto de cumplir 24 años. Después de obtener el título, trabajó con su papá, Raúl Silva, durante un año y medio. Es que su padre se dedica a la cría de ganado que luego faena y comercializa. Y la joven lo ayudaba con las tareas cotidianas, las recorridas por el campo para detectar algún animal enfermo, para efectuar curaciones, y para la reparación de los alambrados. También se ocupó de efectuar plantaciones de pino y eucaliptus. “Fue una linda experiencia. Fue un trabajo duro pero muy lindo. Sabés a la hora que comenzás la tarea, pero nunca cuando la terminas. A quienes nos gusta, la pasión por el campo es muy grande”, manifestó a Ko´ape.
En 2019, hizo una diplomatura en producción de animales rumiantes en el INTA de Mercedes, Corrientes, y durante los últimos tres meses de ese mismo año, desarrolló tareas en la Agencia de Experimentación Rural (AER), de San Pedro, con un proyecto de yerba mate. Tras presentar su renuncia, comenzó a trabajar en una empresa productora de alimentos y energías renovables, que posee campos en Argentina, Uruguay y Brasil. “Particularmente, estuve trabajando en la producción de arroz. La experiencia de 2020 fue muy positiva, muy buena, en cuanto a lo que crecí profesionalmente. Era un campo muy grande, con mucha gente, con mucha maquinaria, muchas hectáreas, muchas responsabilidades. Andaba durante muchas horas”, comentó. Pero desde chica, “siempre tuve en la cabeza la idea de venir para acá. Dentro de Europa, Alemania siempre me llamó la atención. Es por eso que en mi pueblo natal ya había comenzado a estudiar el idioma. Por parte de padre, tengo una mescla de alemanes y paraguayos, y de parte de mi madre, Sara Rosalía, tengo una mescla de turcos, brasileros, italianos y españoles”, agregó la joven.
Avanzar y poder vivir bien
“Ese año fue muy positivo, pero se me vino la idea de venir para acá, y a los pocos días me decidí. Avisé a la patronal que iba a renunciar a mis ocupaciones porque quería prepararme. Dejé de trabajar cuando faltaban pocos días para completar el año”, dijo.
El problema es que “pagan muy poco, no se puede ahorrar, es un problema que tiene Argentina desde hace muchos años. Los sueldos suben un poco pero no acompañan a la inflación. Profesionalmente hay que trabajar muchísimo, y directamente no te da para ahorrar, para poder tener algo, entonces dije: quiero avanzar profesionalmente pero también poder vivir bien, poder darme los gustos, viajar, conocer, que es lo que me interesa”, analizó Lerena.
El propósito era viajar a través de una pasantía mediante un convenio que tiene el INTA con Deula Alemania, que se suspendió por la llegada del COVID-19. Fue entonces, que le ofrecieron el programa Au Pair, que es para cuidar niños en una familia, que, a la vez, brinda alojamiento, comida, y abona un “Taschengeld”, que es dinero de bolsillo. “Dije voy a venir con ese programa. No es mucho lo que te pagan por mes, pero te sirve. Mi idea era venir y, a través de esa oportunidad, escalar, y así llegar a trabajar algún día de forma profesional en lo que es la agronomía”, contó.
Después de permanecer un año en Munich, hace menos de una semana llegó a su nuevo hogar, situado en el pueblo de Armstorf, en el Norte de Alemania, a una hora y media de Hamburgo, viajando en auto. Casi de inmediato, se apersonó en la empresa donde se desempeñará actualmente. Allí tomó contacto con los empleados y con las maquinarias que por un tiempo formarán parte de su paisaje. “Aquí empiezo a hacer un ausbildung, que es formación y trabajo. Voy a estar trabajando en un tambo con vacas y haré un poco de agricultura. Por lo general son tres años, pero para mí, por la preparación que tengo, serán dos. Y cuando me reciba, con mucho esfuerzo, y la escuela de alemán de por medio, tendré otro título. Con esta formación me reintegro nuevamente a mi profesión. De todos modos, mi idea para más adelante es revalidar mi título de ingeniera agrónoma argentina”, adelantó. La experiencia vivida hasta ahora “fue positiva, avancé muchísimo con el idioma. Vine con un A1 de alemán y ahora arranqué con un B2. El cambio es increíble. Desde el primer día que llegué todo me resultó totalmente distinto, los horarios, la gente, la comida, es todo muy distinto. Acá prácticamente no comen carne. En mi familia anfitriona solamente se consumía cuando yo me ocupaba de la cocina, pero no se come carne si comparamos al nivel de Argentina. Todo es muy distinto”, remarcó.
Desde el momento en que contó a su familia que se iría de Misiones en busca de nuevos horizontes, Lerena recibió el inmediato e incondicional apoyo de sus padres y sus hermanos: Claudia, Carla y Armando, que se mostraron emocionados y contentos. “A ellos los tengo siempre presente, siempre hablamos a través de videollamadas, o mensajes. Y los siento siempre muy cerca. Saben que soy una persona que cuando quiere algo y se lo propone, no para hasta que lo cumpla. Reconozco que lo mío es mucha constancia”, señaló.
Entiende que, justamente “para tomar una decisión de esta naturaleza, tenés que ser muy decidido, no dar muchas vueltas, y diría que hay que ser un poco corajudos y meterle para adelante. Otra cosa que logré este año es hacerme el carnet de conducir alemán, que no es nada fácil. Ellos mismos dicen que hay gente que rinde varias veces la práctica, varias veces la teoría. Tuve que hacerme de nuevo. También me tengo que hacer uno para conducir las maquinarias agrícolas aquí en el norte del país. Todas las cosas que van pasando, son positivas, buenas”, celebró.
Recientemente viajó a Palma de Mallorca, España. Es la tercera vez en el año que lo hace. “Ya viajé una vez a Francia, a algunos lugares de Alemania, y mi idea es seguir viajando y conociendo otros países. Es increíble. Una de las diferencias que encuentro con Argentina es que una tiene que ahorrar muchos meses para viajar a una provincia a otra, y estando acá, aún con un poco de inflación, una se puede dar estos pequeños gustos, viajar, eso es muy positivo, muy bueno”, comentó mientras descansaba en la isla española, sin descuidar sus tareas para las clases de idioma alemán.
Si bien no tiene familiares en Europa, la jardinense aseguró que “ya me hice de muchos amigos. Tengo dos conocidos en el norte, en Berlín, que, si bien son alemanes, los conocí en Argentina hace unos doce años, y ya los fui a visitar en enero”.