La neutralidad de carbono implica alcanzar un resultado neto de cero emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), esto es, emitir a la atmósfera la misma cantidad de gases que se absorbe por otras vías.
Los países participantes del Acuerdo de París se plantean este objetivo para 2050. Por esto, coordinadores de seis programas nacionales del INTA relacionados con la ganadería y el cambio climático se reunieron en el Instituto de Investigación Animal del Chaco Semiárido (IIACS) del INTA, ubicado en Leales, Tucumán, para analizar cuáles son las acciones y las estrategias que se deben reforzar, reorientar o cambiar en la búsqueda de ese propósito.
“Juntarnos a discutir y analizar la política del INTA a nivel nacional es muy importante y es fundamental federalizar la discusión, sobre todo, para pensar juntos la ganadería que se viene, como parte de lo que necesitamos para crecer”, señaló Mariano Garmendia, presidente del INTA, y añadió: “Tenemos la capacidad para brindar alimento de calidad al mundo y para producirlo de manera sustentable”.
En este sentido, Garmendia puntualizó: “Tenemos que saber del cambio climático, de los efectos que tiene y hay que trabajar en cambiar esos efectos, de convertirlo y en mitigarlo”, expresó.
De acuerdo con Nacira Muñoz, vicepresidenta del INTA, “esta jornada es histórica, no sólo por la temática sino también porque combina seis programas nacionales en un taller que pretende reflexionar y construir un rumbo respecto de la producción ganadera en el contexto del cambio climático”.
“Nuestra ganadería es una actividad climáticamente sustentable y puede serlo aún más”, subrayó Muñoz quien además aseguró: “Con esta reunión buscamos redoblar esfuerzos y, en esta línea, este espacio es una oportunidad en relación a lo que demanda un mundo que requiere el abordaje de la problemática del cambio climático”.
Argentina es un país que contribuye con aproximadamente el 1% de las emisiones de gases de efecto invernadero. Si uno lo ve desde ese contexto, no somos jugadores importantes, pero sí somos importantes en términos de una responsabilidad para la sociedad, para la humanidad, de tratar de bajar ese 1%”, subrayó Parera.
En este sentido, el director Nacional del INTA, Carlos Parera expresó que “esta iniciativa es muy importante para el mundo, el país, la región y la provincia”. Y agregó: “Si bien, a escala global estamos sufriendo el cambio climático, institucionalmente venimos realizando distintas actividades en diversos proyectos, iniciativas y convenios con el sector. A pesar de eso, queríamos juntarnos para socializar toda la información que venimos generando y, a partir de esto, generar información que nos sirva de base para la construcción de la nueva cartera de proyectos orientada a un tema trascendental en términos de competitividad, mercados y por supuesto en la mitigación para el cambio climático”.
“Estas jornadas nos sirven para poner en común todo el conocimiento científico que hoy están generando nuestros compañeros y compañeras, en las distintas unidades del INTA, nos muestra que estamos bien enfocados, que hay una buena base de conocimiento y que tenemos que empezar a focalizarnos en algunos temas muy específicos que nos está demandando el sector”, puntualizó Parera.
“El cambio climático tiene un lugar central en la agenda actual del INTA, debido a que vemos la necesidad de acordar una estrategia institucional para la próxima cartera programática”, destacó Parera, quien se refirió a la necesidad de priorizar la asignación de recursos humanos, infraestructura y equipamiento, y el relacionamiento institucional y la vinculación tecnológica necesarios.
A partir de la adopción del Acuerdo de París, en el marco de la vigésimo primera Conferencia de las Partes (COP21) en 2015, los países participantes comenzaron a estudiar escenarios posibles en función del aumento de las concentraciones de GEI en la atmósfera, y el consecuente aumento en la temperatura a escala global.
Con este marco, en 2018, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por su sigla en inglés) presentó un informe sobre los impactos esperados a raíz de un calentamiento global de 1,5 °C por encima de los niveles preindustriales y las sendas de emisiones correspondientes a ese aumento.
Entre otras cosas, el informe advirtió que sería necesario que las emisiones netas globales de CO2 de origen humano disminuyeran en 2030 alrededor de un 45%, respecto de los niveles de 2010, y siguieran haciéndolo hasta alcanzar el “cero neto” aproximadamente en 2050.
“En esta jornada de Ganadería y Cambio Climático pusimos el foco en asumir el desafío que tiene nuestro país de alcanzar en el 2050 una producción de alimentos con carbono neutralidad”, expresó Alejandro Radrizzani, coordinador del Programa de forrajes, pasturas y pastizales del INTA, y añadió: “Para eso, analizamos proyectos en los cuales se está evaluando la emisión de gases de efecto invernadero, los proyectos en los cuales se está evaluando también la captura de carbono y analizando propuestas de mitigación y adaptación al cambio climático”.
Sistemas silvopastoriles, socios para enfrentar el calor
Entre los trabajos que se presentaron en la jornada, se encuentra un estudio realizado en el campo experimental del IIACS del INTA, dependiente del Centro de Investigaciones Agropecuarias (CIAP), sobre el efecto de un Sistema Silvopastoril (SSP) con Prosopis alba (algarrobo blanco) y Chloris gayana (pastura megatérmica) sobre la producción forrajera y la productividad y el bienestar animal.
El estudio se enfoca en evaluar, mediante variables e índices ambientales, la producción maderable, la cantidad y calidad de forraje producido, la captura de carbono en el suelo y la vegetación, la fijación simbiótica de nitrógeno de algarrobo, la dinámica de la napa freática y la producción y el comportamiento animal. El sistema implantado con fines experimentales, se compara con un sistema pastoril sin árboles.
“Las diferencias ambientales entre los sistemas con y sin arboles afectan la producción y calidad forrajera y, consecuentemente, la productividad animal”, señaló Alejandro Radrizzani –investigador responsable del ensayo– quien detalló que también se modifica el patrón de comportamiento de los animales, que sin arboles “destinan mayor proporción de su tiempo al traslado, al consumo de agua de bebida, en comparación con el sistema silvopastoril con árboles”.