Por impulso de la Organización Internacional de Trabajo, el 12 de junio se conmemora el Día Mundial contra el Trabajo Infantil. En ese marco, en Misiones, hay diferentes instituciones gubernamentales, empresas, organizaciones del tercer sector e incluso sindicatos que coinciden en condenar este drama reconociendo que la situación viene mejorando en los últimos años, aunque no se puede bajar la guardia.
La generación de conciencia sobre esta problemática es fundamental, consideran. El ámbito rural suele ser sujeto de prejuicio por algunos antecedentes, sin embargo las ciudades también esconden situaciones de vulnerabilidad infantil que no pasan desapercibidas. En ambos casos, se necesita un abordaje integral.
En este sentido. Nicolás Massotta, activista e integrante de la Mesa de Trabajo de Políticas de Infancias en la Cámara de Representantes, apoyado por diputadas provinciales, busca estimular el diálogo interinstitucional y activar mecanismos de acción concretos frente a las vulnerabilidades que sufren niños y adolescentes en sectores urbanos y rurales. “Invitamos a mamás y referentes de distintos barrios de Posadas que compartieron distintas preocupaciones. Fue genial porque logramos reunir a todas las instituciones vinculadas a la niñez a nivel provincial. Nuestro objetivo es lograr consensuar un protocolo de acción con una mirada inmediata y sostenida en el tiempo porque creemos que no se trata de limpiar el paisaje, sino de reintegrar derechos que fueron vulnerados”, contó.
La sensibilización trasciende las oficinas en Posadas y llega a las calles de distintas localidades misioneras en formatos radiales y audiovisuales. Desde Jardín América y producto de un taller participativo realizado entre el Sindicato (SITAJA) y la organización Desarrollo y Autogestión (DyA), se socializaron spots radiales que exponen los anhelos y deseos que tareferos y sus esposas tienen para sus hijos y nietos, con foco en la educación y condiciones laborales.
Andy Wedekamper, técnica territorial de DyA, explicó que “trabajamos en una campaña sobre la problemática del trabajo infantil y mediante un taller con tareferos, elaboramos spots que buscan dar voz a los protagonistas y qué esperan para las generaciones venideras”.
En el plano provincial, hubo en simultáneo llamados a la acción como, por ejemplo, desde la delegación misionera de la Unión de Trabajadores Rurales y Estibadores (UATRE), que insistieron una vez más en la falta de penalidades concretas para quienes infringen las leyes laborales y utilizan mano de obra infantil y adolescente. “Hacemos denuncias y fiscalizaciones y hasta ahí llega. Hoy no tiene que existir el trabajo infantil por la propia Correspondencia Gremial. Necesitamos que se concluyan y cierren los procedimientos”, indicó Rubén Alvez, desde Apóstoles.
Otra institución que sumó su voz con un audiovisual es la Cámara de Molineros de Yerba Mate Zona Productora, que integra la subcomisión de Comunicación en la Red de Empresas contra el Trabajo Infantil, espacio compuesto por más de 100 organizaciones. Victor Sagguier detalló que el material audiovisual se proyecta de manera intensiva en pantallas ubicadas en lugares estratégicos de las localidades elegidas a los efectos de universalizar el impacto que tiene esta problemática en la comunidad.
A la vez, Florencia Goncalvez de Bótica Social, consultora especializada en gestión y coordinación de proyectos de impacto sociocomunitario, propone replantear la mirada del trabajo infantil hacia una fotografía más integral y menos “porteña”, en la que el trabajo infantil sea visto como consecuencia de una familia o un sector productivo en particular; teniendo en cuenta la existencia de prácticas culturales y económicas que, si bien históricamente sostuvieron la participación de los niños en las cadenas productivas, hoy deben ser reformuladas.
“La foto de los niños hacinados en la tarefa o de los camiones con familias arriba de los raídos, es de antaño. La realidad actual es otra y para verla hay que salir del escritorio. Por supuesto, es urgente atender a aquellas familias que aún se encuentran en situaciones de vulnerabilidad”, indicó Florencia Goncalves. “Hay que distinguir el trabajo infantil de las actividades formativas. En nuestras chacras los límites entre lo productivo y lo doméstico suelen ser difusos y es ahí cuando suelen no percibirse todos los riesgos. Que un niño esté colgando tabaco en un galpón es peligroso, se mire como se mire. Pero hay otras tareas formativas que no representan necesariamente un riesgo y que, por el contrario, hacen a la idiosincrasia y a la educación que los padres quieren transmitir a sus hijos”, agregó.
Al ser una problemática multicausal, la solución no es una sola y requiere operar de forma interinstitucional y sostenida en el tiempo. Contar con espacios de atención y cuidado para que los niños y adolescentes se resguarden mientras sus padres trabajan en el campo, es una de las estrategias claves.
“Atenuar las vulnerabilidades que conducen a los niños al trabajo, requiere profundizar los diálogos interinstitucionales, fortalecer la asignación de recursos y exigir el involucramiento y compromiso real de los sectores productivos e industriales”, ultimó Goncalves.
En 2021 desde el Poder Judicial correntino indicaron que en el Norte Grande el 13% de los niños realizaba una actividad laboral. La cifra se ubica por encima de la media nacional y es uno de los pocos datos actualizados que existen actualmente respecto del trabajo infantil, una problemática que antes de la pandemia ya involucraba a más de 110.000 niños en la región NEA, según el propio Ministerio de Trabajo y Empleo de la Nación.