Todos hemos pasado por situaciones difíciles, a veces forman parte del pasado porque las hemos podido internalizar y estamos en paz con ellas. Esas situaciones nos hicieron más humanos y hoy forman parte de nosotros de una manera positiva, ayudándonos a ser más empáticos, a comprender sin necesitar muchas palabras.
Hay otras circunstancias, que por ser muy dolorosas aún están pendientes, las tenemos tan guardadas en lo profundo de nuestro ser que no las vemos, no las sentimos, pareciera que todo estuviera bien, pero ahí están, pendientes, esperando ser resueltas, aguardando a que le pongamos luz y las saquemos de la oscuridad.
Las emociones atrapadas siempre nos juegan en contra y no nos permiten que podamos disfrutar la vida plenamente. Sin darnos cuenta muchas veces “esas cosas que no se hablan” toman vida propia y comienzan a hablar por sí mismas en nuestras elecciones, en la manera en que vemos las cosas, todo se tiñe de eso que no hablamos y ni siquiera nos damos cuenta.
Cuando vemos las cosas a través de nuestro dolor es como caminar por la vida con unos lentes que tiñen todo de otro color, no es la realidad, pero es lo que nosotros creemos que es la realidad. Si cambiamos lo que creemos, entonces nuestra realidad también empieza a cambiar.
Cuando tomamos el valor de iluminar con amor nuestras zonas oscuras y perdonar los dolores ocultos en lo profundo de nuestro ser, todo cambia. Podemos empezar a ver la vida como es de verdad y no a través del dolor, descubrimos que la vida puede ser maravillosa si tomamos lo mejor de cada día y cambiamos nuestra perspectiva, es decir, desde donde miramos las cosas.
Cuando cambiamos nuestra perspectiva, cambia lo que creemos que nos pasa, y por tanto cambia nuestra vida. Actuamos por lo que creemos que nos sucede, si nuestra creencia cambia, todo lo que se genere a partir de ahí también se modifica.
Cambiar de perspectiva implica abrir la mente, pero sobre todo el corazón, animarnos a salir de ese lugar oscuro pero seguro, donde creíamos que todo estaba bien, para volvernos vulnerables, ver esas emociones, abrazarlas, entenderlas, perdonarlas y olvidarlas.
Poder encontrar otra forma de ver lo que nos sucedió, cambiar nuestra perspectiva, nos abre a un mundo nuevo y es muy loco porque somos los mismos, en el mismo mundo, pero todo se ve diferente, tiene otro color y sentimos que cada día es una oportunidad. Como dice una frase anónima: “Si no puedes cambiar tus circunstancias, cambia tu perspectiva”.