Cada vez se necesita más cantidad de billetes para comprar un mismo producto, hecho que se profundiza al ritmo de los incrementos de los precios de la economía y que se evidencia, en especial, en el papel de máxima denominación nacional: el de 1.000 pesos.
Al respecto, desde que se lanzó hace más de cuatro años ya perdió 85% de su valor y, si el Banco Central no se lanza a la calle un billete de mayor valor, quedará “peligrosamente chico” para afrontar los gastos diarios de los argentinos.
De hecho, un papel del hornero ya ni siquiera alcanza para comprar un kilo de carne, queso o helado artesanal. Ni que hablar para salir a cenar, o comprarse, al menos, una prenda de ropa sencilla.
La pérdida del poder de compra del billete de más valor se ve potenciada por una inflación mensual récord, que en marzo llegó al 6,7% y en abril estuvo cerca del 6%.
Este recalentamiento de los precios de la economía y la decisión política de no emitir, por ahora, papeles de mayor cifra nominal, como los de 5.000 pesos y 10.000 pesos, llevan a que el BCRA deba imprimir mayor cantidad de las actuales unidades de más valor.
En números, en todo abril se emitieron 37,7 millones de billetes de 1.000 pesos, y el total de estas unidades en circulación entre el público y los bancos llega a 1.696,5 millones de ejemplares.
Más inflación, más billetes necesarios
Ahora bien, la responsabilidad que los pesos tengan menor poder de compra es, en especial, de la elevada inflación. Un fenómeno que no es exclusivo de la Argentina, ya que también ocurre, en un nivel inferior, en otros países de la región.
“La inflación deteriora el poder adquisitivo de los billetes y esto conduce a que, periódicamente, los bancos centrales emitan denominaciones más elevadas para suplir esta falencia. Claro que la dinámica de este proceso no es similar en la región”, detalla Andrés Méndez, director de AMF Economía.
Para ejemplificar se puede observar que el actual billete de 1.000 pesos perdió el 85% de su capacidad para adquirir bienes y servicios en algo más de cuatro años, ya que fue puesto en circulación en diciembre de 2017.
En tanto, si se considera la inflación y devaluación de dos países limítrofes (Brasil y Uruguay) en el mismo período de tiempo, su moneda de más valor perdió hasta 31% en el peor de los casos.
“En nuestro país, este significativo deterioro es el que provoca que continuamente se estén requiriendo nuevas emisiones, algo que puede ser colocado en un segundo plano en nuestros vecinos.
Al respecto, el proceso de deterioro que experimentó nuestro billete de 1.000 pesos desde diciembre de 2017 hasta el presente, a Uruguay le demandaría más de 21 años y a Brasil casi 32 años”, calculó Méndez.
Se deterioran más en la región
En consecuencia, la longevidad de un billete que en la Argentina con dificultad excede los cuatro años, pero se multiplica por cinco para una denominación uruguaya y por ocho para una brasileña, según datos que aporta AMF Economía a iProfesional.
“Para imaginar un rango similar de depreciación, debería esperarse al ejercicio 2039 en Uruguay y a 2049 en Brasil”, ejemplifica Méndez.
Y completa: “Por eso, es inimaginable que estos países permanezcan dos y tres décadas sin emitir billetes de mayor denominación ante el deterioro del poder adquisitivo de su unidad de máximo valor. Un deterioro que sí resulta posible en la Argentina, donde aún no se pone en circulación un billete superior al de 1.000 pesos”.
En resumidas cuentas, este acelerado proceso de licuación que se da en el país hace cada vez más necesario que se emita un papel moneda de mayor cifra que el de 1.000 pesos.
“Una serie que incluya un billete de 10.000 pesos sería una alternativa transitoria, debido a que la variante definitiva es abatir el proceso inflacionario, para enfrentar la demanda de dinero de los próximos años”, opina Méndez.
La necesidad de billetes de mayor valor tiene un vínculo directo a que la canasta de alimentos que cubría un papel de 1.000 pesos en diciembre de 2017, cuando fue puesto en circulación, hoy equivale a un valor de 6.500 pesos.
Por lo tanto, poner en circulación un ejemplar 10.000 pesos hoy brindaría un mayor poder de compra que el que originalmente tuvo “el hornero” cuando se lo puso en la calle hace más de cuatro años.
“Una nueva unidad de más valor actuaría como antídoto al debilitamiento que le espera al billete de $1.000, debido a que para fin de 2022 habrá perdido 23% de su poder de compra actual. En tanto, a fines del año que viene sólo accederá a la mitad de su valor presente”, resume Méndez.
En otros términos, en diciembre próximo un billete de 1.000 pesos comprará bienes equivalentes a 775 pesos de ahora. Y ese nivel se reducirá a 515 pesos al finalizar 2023.
“El billete de mayor valor que hoy tiene Argentina comprará al cumplir su sexto año de vida menos del 8% de los bienes y servicios del IPC a los que accedió en su primer mes de vida”, concluye Méndez a iProfesional.
Fuente: iprofesional.com
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