La Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la UNaM cuenta con una Oficina de Inclusión Educativa, encargada de mediar con estudiantes que necesitan una adaptabilidad en casos de discapacidad u otras afecciones. Ya sea para las clases o para mesas de exámenes, recibieron consultas de otras unidades académicas.
PRIMERA EDICIÓN habló al respecto con la codirectora de la Oficina y también directora de la carrera de Educación Especial, Liliana Garayo, quien contó que esto surgió junto con el departamento “porque las demás carreras se encontraban con estudiantes en condición de discapacidad y nos empezaron a demandar a los docentes cómo hacer para continuar su trayectoria en la universidad”.
Remarcó que “Humanidades es la única Facultad que tiene una Oficina de Educación Inclusiva en toda la UNaM, así que recibimos consultas de otras facultades. Ahora estamos trabajando con Ciencias Económicas, porque tienen estudiantes con discapacidad auditiva, mientras que hay otros con discapacidad visual”. Previamente, “trabajamos con la Facultad de Ciencias Exactas y nos convocaron desde la Facultad de Artes de Oberá”, añadió.
Durante la pandemia, Liliana Garayo indicó que “tuvimos un trabajo arduo y de mucho aprendizaje para todos los docentes”. Con algunos estudiantes con discapacidad visual en la facultad, señaló que “en la virtualidad se complejizó el acceso al material, así que hubo que trabajar con una adaptación de material bibliográfico y aulas virtuales”.
Aclaró que “las carreras de la universidad no están diseñadas para la virtualidad, así que nos tocó aprender juntos todo esto”. Más allá del tema discapacidad, “hubo estudiantes que requirieron otras adaptaciones, por no tener conectividad o para brindar accesibilidad a las aulas virtuales”.
Asimismo, indicó que “hay personas que tienen otras condiciones, como discapacidad psíquica e incluso intelectual”. De la misma forma, “han planteado que tienen estudiantes crónicos y no saben cómo hacer, porque estamos en una etapa de inclusión educativa, pero se deben buscar los medios”.
Para una adaptación, “esto debe trabajarse con el alumno, porque no puede venir sólo desde la universidad”, agregó. En este sentido, afirmó que “es fundamental un trabajo previo con el docente para adaptar exámenes a las particularidades del estudiante”.
Garayo compartió que la ventaja de la presencialidad es que “el trato con el alumno es directo y se visibilizan estas cuestiones”. Sin embargo, “en temas particulares, si el alumno no advierte que tiene un inconveniente, el docente no tiene forma de notarlo, como situaciones de enfermedad, porque tenemos varios estudiantes pos-COVID”.
En esta Oficina, con un equipo integrado por docentes y especialistas, más allá de un abordaje en adaptabilidad en discapacidad, detalló que “puede pasar que el alumno esté pasando un momento particular en la vida. La pandemia dejó cuestiones del orden vincular y emocional, que generó la necesidad de un acompañamiento, al menos temporal”.
Una adaptabilidad “puede venir desde los estudiantes o docentes”, agregó. Puede suceder que “algunos chicos no demandan nada, pero los docentes reconocen necesidades y entonces requieren asesoramiento con el equipo para volver accesible la bibliografía”.
Liliana Garayo aclaró que Inclusión Educativa podría tratar con casos donde los docentes tengan discapacidad o alguna barrera para hacer accesible sus clases: “Tenemos una ayudantía de primera donde esta persona tiene baja visión profunda, pero no tiene ningún tipo de barrera y cuenta con sus recursos”, relató.