La fantástica Selva Misionera cubría originalmente casi toda la provincia de Misiones, pero la colonización y el crecimiento demográfico la fueron reduciendo a la actual superficie de poco más de un millón de hectáreas.
Gran mérito de que aún contemos con esa superficie se debe a la creación del mayor sistema provincial de áreas protegidas del país y al por entonces totalmente innovador “Corredor Verde”, aquella gigantesca área de Desarrollo Integral y Conservación que idearon e impulsaron el gran Juan Carlos Chebez y Luis Rey, que se convirtió en el primer corredor ecológico creado por una ley.
Con muchas dificultades, esta enorme extensión logró buena parte de su cometido: salvar la selva. Sin embargo, el desafío 20 años después y con la figura del “Corredor Verde” casi olvidada, es salvar ese gran bloque de la fragmentación más pequeña, pues la selva Misionera se está dividiendo en al menos cinco bloques, el más austral tiene como epicentro el Valle del Cuña Pirú.
Allí donde se encuentran los espectaculares miradores hacia el majestuoso valle, en la ruta provincial 7, la selva se está separando, y rápido. Como sucede en general, las rutas se acompañan de asentamientos humanos a sus márgenes, en este caso, encontramos colonos y comunidades guaraníes.
Así fue que hace unos años, naturalistas de la Red Yaguareté que trabajan con productores ganaderos desde hace una década en la zona, tomaron nota y empezaron a trabajar para buscar mantener la selva unida, conectada y así, permitir que los yaguaretés, tapires, chanchos de monte y hasta el rarísimo zorro pitoco (fotografiado en al Parque hace poco) pueden seguir desplazándose de norte a sur de la ruta, entre esos dos bloques de selva que aún existen.
Oportunidad
“Los yaguaretés necesitan territorios de miles de hectáreas. Al sur de la ruta 7 existe un remanente de unas 50.000 hectáreas de selvas y forestaciones, si se corta el paso desde Salto Encantado -donde existe una población residente-, eso será tierra perdida para siempre para nuestro gran felino”, señalan desde la fundación.
Para evitar esta pérdida los conservacionistas comenzaron el proyecto “Corredor Ecológico del Valle del Cuña Pirú”. “Buscamos consensuar junto con los actores del área para mantener los pasos que aún mantienen selva en pie a ambos lados de la ruta. Quedan apenas dos sitios con esas condiciones. Es el límite sur del Gran Corredor Verde, no podemos dejar que se pierda para siempre”, señala Nicolás Lodeiro Ocampo, además de cofundador y actual director ejecutivo de la Red Yaguareté, ideólogo del proyecto del Corredor.
Para ello diseñaron una propuesta preliminar del corredor ecológico, basado en conocimientos previos de campo e imágenes satelitales. Luego fueron a terreno y con un dron mapearon toda el área para poder constatar en detalle los sitios donde efectivamente aún existe cobertura selvática, por donde la fauna silvestre tiene posibilidad de transitar (costo de movimiento bajo), por donde puede hacerlo con dificultad (costo medio) y por donde ya casi no podría (costo alto).
“Esto permitió confirmar que aún existen dos zonas de paso o corredores significativos y otros dos menores pero que vale la pena salvar también. Así actualizamos el mapa de la propuesta preliminar y comenzamos a compartirla con los actores interesados”, indican los conservacionistas.
Propuesta de conservación
Los dos pasos en cuestión son estrechos, pero alcanzan según los expertos. Uno tiene 630 metros de largo sobre la ruta y pertenece a dos comunidades guaraníes y el otro, de 800 metros de extensión, se ubica justamente en el Camping Municipal de Aristóbulo del Valle y comunidades guaraníes, en lo que era la ex Reserva Privada de la Universidad Nacional de La Plata.
El desafío está en marcha y el tiempo apremia, ahora los miembros de la Red Yaguareté -todos voluntarios/as- están llevando la propuesta a los actores principales y a las autoridades municipales y provinciales.
“El interés es casi inmediato de parte de quienes viven en el área que necesita ser resguardada. Es lógico, formalizar y proteger este corredor solo puede traer beneficios para la zona, ya que enriquecerá la oferta del incipiente turismo que ya existe y favorecerá la posibilidad de comercialización de los productos locales. Esto recién empieza, con la bandera del yaguareté, podemos hacer que muchas personas y comunidades se beneficien”, sostuvo Inés Ramos Vértiz, licenciada en Ciencias Ambientales y cuya tesis para recibirse de magíster en Conservación de la Biodiversidad es sobre este proyecto.
La propuesta despertó también el interés internacional y obtuvo el apoyo de la Rufford Foundation y ya fue presentada también a los Ministerios de Ecología y de Turismo, a los Municipios de Aristóbulo del Valle y Ruiz de Montoya y a la Comisión de Recursos Naturales de la Cámara de Diputados de la provincia.
“Afortunadamente el yaguareté es un gran depredador que no está interesado en los humanos, podemos convivir con ellos sin temor y por el contrario, su presencia representa la salud de la selva y un enorme atractivo para los visitantes. La ruta escénica, las comunidades guaraníes, las producciones agroecológicas y el camping municipal se verán propulsados enormemente cuando entre todos logremos resguardar y dar una identidad que permita reconocer al precioso Valle del Cuña Pirú”, finalizan los impulsores.