El deporte en los niños favorece en el área sociorrelacional, es un vehículo para hacer amistades, tener en cuenta a los demás generando la necesidad de colaborar por encima del individualismo y asumir unas reglas aceptando una autoridad superior a la que hay que respetar. Estos beneficios aumentan especialmente cuando se trata de un deporte de equipo.
– A nivel psicológico, afecta a la capacidad de asumir responsabilidades, desafíos, diversión, educa los impulsos excesivos y entrena la tolerancia a la frustración. Mejora el equilibrio personal, siendo un medio para liberar tensiones y combatir el sedentarismo, generando una sensación de bienestar y realización personal.
– A nivel cognitivo, los niños deportistas desarrollan una mayor capacidad de atención, concentración y planificación, siendo capaces de memorizar secuencias de movimientos tácticos o jugadas pautadas por el entrenador.
Algunos estudios ponen de manifiesto que la práctica de deporte de manera regular, puede lograr curiosamente, buenos resultados a nivel académico, ya que la conducta en el aula y el autoestima mejoraban con el tiempo adicional para deportes, lo que también puede generar un mejor ambiente de aprendizaje.
– A nivel emocional, presentan menos probabilidades de sufrir trastornos depresivos o de ansiedad, ya que mejora su estado anímico y emocional, pero debe procurarse que, en el caso que el niño compita, que lo haga dentro de la categoría que le corresponda, puesto que si no lo hace, la excesiva exigencia podría influir negativamente en su desarrollo físico y mental. También crece emocionalmente al aprender a manejar la decepción que conlleva perder a un juego.
– A nivel físico, potencia la regularización de hábitos saludables, como la actividad, la higiene, la salud, ejercita la coordinación de movimientos generalizados, aumentado la posibilidades motoras, favoreciendo el crecimiento. Limita el tiempo frente a la pantalla y la comida basura, ayudando a los niños a mantener un peso saludable y reducir la obesidad, así como el riesgo de enfermedades cardíacas, diabetes y alta presión sanguínea.
No hay un deporte mejor que otro. Lo importante es que el niño se sienta a gusto y se divierta con el que ha elegido, aunque para los padres suponga el esfuerzo de llevarlos y acompañarlos al lugar donde lo practican.
En este sentido, es importante que la práctica de un deporte esté supervisada por un especialista (entrenador o profesor) con el fin de marcar sus límites y evitar excesos que puedan resultar perjudiciales.
Por lo tanto, la práctica deportiva influye muy positivamente durante el desarrollo de los niños y su madurez, cuidando que la medida sea moderada, sin llegar al agotamiento y siempre de manera lúdica.