Aunque el Gobierno argentino se aferre a ciertos datos técnicos que invitan a pensar en positivo, la realidad cotidiana golpea fuerte al combo de expectativas. Para la estructura económica y financiera la proyección de un crecimiento anual de 4% de la economía es formidable, pero en la práctica la cotidianeidad se devora el optimismo. Y es que este año Argentina deberá afrontar varios vientos cruzados y la potencia del crecimiento proyectado no alcanza para frenar la inercia de la crisis.
En el haber no deja de ser positivo que jugarán a favor los precios de los commodities agrícolas y la quita de presiones que conlleva el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. Bajo esas y otras premisas es que el Gobierno se aferra a la necesidad de cerrar el año con 4% de crecimiento.
Si alcanzará o no para cambiar la dura realidad sólo podrá saberse al final del ejercicio, pero está claro que la magnitud de la crisis actual precisa de crecimientos exponenciales en casi todos los rubros. En el debe hay un sinfín de variables que invitan a ser cautelosos.
El descenso del desempleo sigue siendo tibio y tiene variables que relativizan el optimismo. Cada vez hay menos empleo de calidad, el empleo informal sigue en alza y el poder adquisitivo de los trabajadores no garantiza zafar de la pobreza. Y hablando de poder adquisitivo, nada más preocupante que la inflación… al menos para las familias argentinas. Los precios parecen obedecer a una lógica que nada tiene que ver con los planes del Gobierno y mes a mes la escalada de aumentos toma un ritmo cada vez más vertiginoso.
Y como todo deviene de lo anterior, hablar hoy de inflación es hablar de los precios de los alimentos. Y hablar de alimentos caros significa que los sectores más sensibles la tienen cada vez más difícil.
El descenso de la pobreza, un dato meramente técnico que habla de un escenario de hace tres meses, se habría recortado ampliamente de la mano de la inflación y de la precarización laboral. Un crecimiento anual de 4% es positivo casi para cualquier país, pero el contexto local invita a pensar que será necesario más impulso.