Video donde el actor Mariano Martínez lee la carta que Roberto Estévez le escribió a su papá antes de desembarcar y perecer en las Islas Malvinas.
El Teniente (post-mortem Teniente Primero y Cruz al Heroico Valor en Combate), Roberto Néstor Estévez fue un soldado posadeño que combatió y murió en el conflicto bélico de Malvinas. Cayó de forma heroica en la Batalla de Pradera del Ganso, el 28 de mayo de 1982.
Tras su muerte, la figura de Estévez se transformó en una de las más importantes influencias en el Ejército Argentino, catalogado como un ejemplo de liderazgo, valor y coraje, y referente de lo que deber ser un buen soldado.
Parte de esta información se puede encontrar en notas de diarios, revistas, relatos, imágenes, libros, en distintos sitios web e incluso en videos, transformándose la emotiva y patriótica carta a su padre, la más conocida a nivel nacional e internacional que invita a conocer toda la vida de este soldado misionero.
También su nombre está presente en una plaza y un barrio en Posadas; en una estación de subte, en Buenos Aires; en una escuela en Jardín América; calles, avenidas y barrios, en distintos puntos de Misiones, en Catamarca y Jujuy, en la Compañía de Cazadores de Monte 18, de Bernardo de Irigoyen, en la Plaza de Armas del Regimiento de Infantería Mecanizado 25, en Sarmiento (Chubut), con un tremendo busto de bronce y hasta una nueva plaza inaugurada en febrero pasado, en el barrio Nueva Gruta de Fátima 1 de la ciudad de Rawson, en San Juan, en honor al héroe misionero caído en las Islas Malvinas, por solo citar algunos ejemplos.
Pero más allá del glorioso recuerdo del querido Estévez, hablamos con un integrante de su familia para que nos cuente en primera persona como era Roberto y como se vive con el recuerdo del que ya no está en esta fecha tan especial.
Contado por su hermana María Julia
En abril de 2018, el diario PRIMERA EDICIÓN se reunió con María Julia Estévez, la cuarta de nueve hermanos y muy amiga de Roberto desde su infancia, para evocar en una entrevista la figura del héroe misionero de Malvinas.
“Roberto estaba feliz porque Dios lo había elegido para estar en las Islas”, así comenzó en aquella ocasión su relato María. “Aunque a muchos hasta hoy les sorprenda, él desde pequeño soñaba con ser militar y recuperar las Malvinas”, resaltó.
Luego, María toma una carta y dice: “Inclusive lo recuerda en la ya famosa carta que le mandó a mi papá antes de ir a Malvinas y a sabiendas que iba a perecer en el conflicto diciéndole… ‘Te acordás cuando era chico y hacía planes, diseñaba vehículos y armas, todos destinados a recuperar las islas Malvinas y restaurar en ellas Nuestra Soberanía. Dios, que es un Padre generoso, ha querido que éste, su hijo, totalmente carente de méritos, viva esta experiencia única y deje su vida en ofrenda a nuestra Patria’, por lo que al parecer él ya sabía el final de su destino”.
Su hermana tiene recuerdos que al parecer afloran sin parar. Pero hace una pausa y explica que Roberto con 25 años era un comando de Regimiento de Infantería Mecanizado 25 del Ejército Argentino, con base en Colonia Sarmiento (Chubut).
Además, fue la primera unidad del Ejército en pisar suelo malvinense, el mismo 2 de abril. Colonia Sarmiento fue el único destino de Roberto, tras culminar sus estudios en el Colegio Militar, en Buenos Aires.
Además dejó en claro según relatos y conversaciones recopiladas en estas más de tres décadas con sus camaradas de fuerza que “Roberto era el jefe de su compañía, la cual hasta hoy lo recuerda con mucho cariño y devoción diciéndole ‘mi teniente’”.
“Él los preparó de muy buena manera, no solo en la parte militar, sino también en el cuidado entre ellos. Les inculcó respeto, solidaridad, honor, dándoles la palabra de Dios, rezando con ellos y siempre compartiendo comida y abrigo. Era un líder nato, y todos lo recuerdan de esa manera”, aclaró.
Además contó que pese a tener múltiples tareas y obligaciones Roberto se las ingenió ya en Malvinas para escribirle a su padre, a sus hermanos y eso que eran nueve en total.
Así lo relata María Julia: “A papá le escribió varias cartas, a mí me escribió tres y a mis otros hermanos también. Roberto era muy familiero, muy buen hermano, siempre estaba preocupado por como estábamos todos, desde joven fue así”.
Se enteraron por la televisión
Pese a que la historia del teniente Estévez es conocida e inclusive como murió en el cumplimento del deber el 28 de mayo de 1982, salvándole la vida a su compañero Rodríguez y a su propio batallón; lo que muy pocos saben es que la familia recién se enteró que Estévez falleció a fines de junio y por televisión.
“Una noche estábamos mirando un canal nacional con mi hermano José María y en una entrevista a un soldado el periodista le preguntó: ¿donde había estado? y él responde ‘en Pradera del Ganso, prestando servicios para el Batallón de Infantería 25 de Colonia Sarmiento’; ¿y a las órdenes de quién?, ‘nuestro jefe fue un gran tipo, fue el teniente Roberto Estévez’. Así nos enteramos de que Roberto había muerto”, dijo con los ojos llorosos María Julia.
“Al otro día se presentó personal del Ejército y le entregaron un telegrama a mi papá donde confirmaban su muerte. Hasta el propio gobernador de facto, el interventor Juan Bayón le dio los pésames a la familia, en persona”, recordó.
Además, en otro tramo de la charla contó que fueron a buscar sus pertenencias a Chubut junto a su hermano Fernando y ahí además de recoger sus cosas recibieron la “famosa” carta para su padre y su novia de entonces (NdR: Marta López, ya fallecida), ambas las escribió antes de ir en abril a las Islas Malvinas.
“Verlo ahí me dio mucha paz”
Roberto está enterrado en el Cementerio Argentino, en Malvinas. Nunca se nos ocurrió traerlo. Murió en las Islas y es donde él hubiera querido estar. En 1985 mi hermana María Mercedes y José María fueron los primeros en visitarlo y llevaron una placa, la cual está hasta hoy en su tumba. Yo viajé en 1999, y verlo ahí me dio mucha paz. El dolor y la tristeza uno la tiene siempre, porque es tu familia, tu hermano, sentenció María con un suspiro de dolor que llega directo al corazón.
Diciembre del ’81, una despedida
Por último, María Julia rememoró: “La última vez que lo vi con vida a Roberto fue en diciembre de 1981. Vino a hacer una instrucción comando en la selva misionera. Pero pidió permiso un día y compartió un asado con nosotros. Cuando iba a volver fuimos al aeropuerto a despedirlo con mi papá y Fernando. Antes de despegar el avión le dijo a mi padre, ‘Preparate Pipo (NdR: así le llamaba en forma cariñosa a su padre Roberto Néstor Estévez) algo grandioso va a pasar, aunque no te puedo adelantar nada más‘. Fue algo premonitorio, de que la guerra de Malvinas estaba al caer”.
A lo largo de la entrevista María nunca dejó de decir que con Roberto siempre fueron amigos, “compinches” y que compartieron muchas cosas juntos: salidas, viajes, cine, teatro y cartas, entre otros. Todo en un relato envuelto de emoción, orgullo y una entereza admirable, que no solo se deber recordar cada 2 de abril.