La referente de las danzas clásicas y codirectora del Ballet Estable del Teatro Colón, Myriam Barroso, es otra de las grandes figuras del mundo artístico que en la semana brindó acompañamiento a los jóvenes bailarines de la provincia.
“Hace un tiempo que venimos trabajando con la maestra Lorena Silvero en su estudio de danzas, donde de a poquito vamos sumando algunos programas de estudio que traemos desde Buenos Aires, y sobre todo apoyándola con la Fundación Maximiliano Guerra, en el sentido de homologar los diplomas y exámenes a fin de año. Estamos unidos con las plenas ganas de hacer que los niños se incentiven con la danza cada vez más”, destacó.
Junto a Guerra, se han dedicado en los últimos años a recorrer la Argentina llevando sus enseñanzas y transmitiendo la pasión por la danza clásica.
“Para nosotros es una alegría inmensa porque vamos a cada rincón donde podemos, además, no es fácil para los chicos que vengan maestros de Buenos Aires, por los tiempos o los costos. Realmente nosotros lo vemos como un acto social también, el poder contribuir con las maestras del interior que tanto luchan por un espacio, un lugar adaptado para que los chicos puedan estudiar”.
Barroso, comentó, se encarga generalmente de los grupos más jóvenes que, entre el nerviosismo y la admiración de tener estas figuras en frente, siguen atentamente las correcciones que van marcándole en las clases. Es por ello que destaca el hecho de que estos encuentros se extiendan a lo largo de la semana, y no queden en una única clase, ya que así les permite a los jóvenes bailarines ir rompiendo el hielo y mostrar todo lo que saben.
“Al principio nos pasa que todo es muy tenso, siempre está el ‘ay que nos dirán’. Los chicos tratan de mostrarte todo lo mejor que pueden, pero los nervios a veces traicionan. Pero como son jornadas de varios días hacen que el alumno tenga con nosotros un feedback y pueda relacionarse y aflojar un poco. Nos gusta trabajar estrictamente y muy seriamente, pero a la vez tratamos de relajar con algún chiste o algo que ellos también se pongan en un estado de confianza con nosotros”, agregó.
En ese sentido, es de destacar que en una disciplina tan perfeccionista como lo es la danza clásica, los más chicos estén lejos de sentirse avasallados por las correcciones de postura, movimientos, técnica, y por el contrario tomen cada devolución con entusiasmo.
“Eso es un compromiso que tiene que tener siempre el maestro, la parte pedagógica, la teoría de cómo son los pasos, que no son fáciles. Pero a su vez dejarles un mensaje, por ejemplo, la otra vez tuvimos una clase de repertorio donde yo indiqué todos los pasos técnicos, pero también les digo ‘chicos vayan, investiguen, infórmense acerca del ballet que estamos estudiando’.Asimismo, explicarles qué es lo que va a ver el público en un ballet, con que se queda el espectador en la retina de los ojos, todos son pequeños tips que hacen a la formación de los más chiquitos”, dijo.
Por otra parte, destacó que el nivel de las bailarinas “es excelente”, y que “hay mucho potencial”.
“La danza es mi vida directamente, es pasión, es entrega total. Yo me inicié como estos chiquitos, y tuve la posibilidad de ingresar a la compañía del Teatro Colón, a la que sigo perteneciendo, además de ser codirectora, junto a Maximiliano Guerra, del ballet estable. Y hoy en día tengo la suerte de seguir dando clases y brindando a todos los alumnos la mayor experiencia que uno puedo ir tomando en diferentes épocas”, expuso.
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