De todos los viajes y de todas las aventuras posibles, ésta es sin duda la más importante e inolvidable.
Cuando viajamos a nuestro interior, nos encontramos y nos abrazamos perdonándonos cualquier error del pasado, entendiendo que hicimos lo que pudimos con las herramientas que teníamos, pero que ya no queremos más eso, que estamos dispuestos a atravesar el camino, con los ojos bien abiertos, para ver todas las verdades necesarias, pero con el amor abrazando para ir perdonando las cosas que surjan.
Es ahí cuando nuestra aventura comienza, la transformación se pone en camino, y ya nunca más seremos los mismos. Cuando podemos atravesar el dolor de ver y perdonar aquello que hicimos o nos hicieron, o aceptar situaciones difíciles entendiendo que llegaron para enseñarnos algo, todo nuestro ser cambia, hallamos la paz tan buscada, encontramos nuestro equilibrio.
Para poder iniciar este viaje maravilloso, el primer paso a dar es reconocer y aceptar nuestra situación actual por más dolorosa que sea, vino para enseñarnos algo, entonces en vez de luchar contra ella, sólo cerramos los ojos, tomamos aire y dejamos que todo lo que estamos sintiendo y lo tenemos “atrapado” dentro nuestro, se libere.
Cuando aceptamos nuestro dolor y lo vemos como algo que vino a enseñarnos, nos posicionamos diferente, no estamos abatidos, sino que estamos caminando con todo lo que somos y todo lo que queremos ser, hacia una vida mejor, y sin darnos cuenta, algo mágico a nuestro alrededor sucede, comienzan a aparecer las personas justas y necesarias para ayudarnos a transitar ese camino.
La aceptación y la convicción de que queremos estar mejor empiezan a hacer que las cosas buenas pasen.
Quizás por largo tiempo estuvimos en situaciones que no nos hacían bien pero tampoco salíamos de ellas y eso es porque muchas veces el miedo al cambio, a lo desconocido, a que pueda ser peor, nos mantiene atados a una situación que no nos hace felices.
Por eso, las situaciones difíciles son un regalo, porque nos sacuden tanto que nos llevan a salir de nuestra zona de confort, y nos impulsan a afrontar esos miedos para poder superar lo que nos está pasando, y es ahí cuando nos transformamos y hallamos el regalo escondido.
Entendemos la importancia de saborear el minuto presente, cada detalle, acallar la mente y disfrutar una conversación, una comida, un libro, estar solos o con alguien, darnos cuenta que cada día es una oportunidad y un regalo, un cuaderno con las hojas en blanco para elegir y escribir lo que queramos vivir.
Para hacer este viaje necesitamos querer hacerlo con todas las fuerzas de nuestro corazón y confiar en nuestro poder interior, abrazándonos las veces que sean necesarias durante el camino. Vamos a ir sintiendo como de a poco volvemos a creer en nosotros mismos, y nos acercamos a nuestro centro, donde está el equilibrio, nuestro ser sabio y nos damos cuenta que nunca estuvimos solos, Dios siempre estuvo ahí, porque él vive dentro nuestro.