Todo empezó cuando Ariel Garcé rechazó el centro de Ariel Carreño. La pelota recayó en Ricardo Ismael Rojas, eliminado en la marca segundos antes por el propio delantero de Boca. El defensor misionero recuperó el rebote cercano al área, soportó la patada de Carreño e inició la marcha.
Rojas desestimó el pedido de pase de un compañero. Siguió. Pocos metros después encontró apoyo en Andrés D’Alessandro, quien descargó para Ariel Ortega. El “Burrito” advirtió la proyección sorpresiva de Rojas por el centro, con alma de delantero, y con una caricia a la pelota lo asistió.
La lluvia, ese factor casi indispensable para acentuar la épica, caía sobre La Bombonera, mientras continuaba el duelo de cánticos entre hinchadas, con el partido 2-0 a favor del River Plate dirigido por Ramón Díaz.
Ante propios y extraños, Rojas gambeteó a Clemente Rodríguez con un autopase y antes del cruce de Diego Crosa, en compañía de un desesperado Nicolás Burdisso y un adelantado Roberto Abbondanzieri, sacó a relucir la definición que marcó un hito en la historia de los superclásicos y lo transformó en el protagonista menos pensado.
Su gol, el tercero para la goleada de River en La Bombonera, se conoció como la “vaselina de Rojas”. Este jueves se cumplen 20 años de aquel hito.
Cuando la pelota tocó la red, el rústico defensor miró a los cuatro costados, como queriendo encontrar explicación alguna a semejante momento. No lo podía creer. Claudio Husaín lo contuvo en brazos y lo tiró al césped. De a uno, los jugadores de ese River se acoplaron al festejo. De la montaña humana sobresalió el “Burrito” Ortega, agitando los brazos, en señal de desborde emocional.
Rojas convirtió el 10 de marzo de 2002, a los 43 minutos del segundo tiempo y con 32 años, su primer gol en la primera división luego de 136 partidos. Martín Demichelis, cachetazo de por medio, lo levantó del suelo y se divisó una sonrisa en el rostro. Rojas cayó en la cuenta del gol, del resultado y del delirio que generó en la bandeja visitante de La Bombonera.
El defensor que inició su carrera en Estudiantes La Plata (1995-1998), la continuó en Benfica de Portugal (1998-2001) y la finalizó en Belgrano de Córdoba (2006), reside desde hace décadas en Puerto Rico, una ciudad de Misiones, muy alejado del ruido del fútbol.
River, que acumulaba ocho años sin ganar en el estadio de su máximo rival, construyó hace 20 años una goleada por la sexta fecha del torneo Clausura que sumó tres puntos de oro para la campaña que lo consagró campeón.
Los once de Ramón
Ángel David Comizzo; Ariel Garcé, Celso Ayala y Rojas; Eduardo Coudet, Cristian Ledesma, Esteban Cambiasso y Víctor Zapata; Andrés D’Alessandro; Ariel Ortega y Fernando Cavenaghi, fueron los 11 titulares en el equipo de Ramón.
El “Cuchu” Cambiasso abrió el marcador a los 26 minutos del primer tiempo en una jugada generada por una pelota parada. A los 41, el “Chacho” Coudet, con un remate cruzado, aumentó la ventaja para culminar una contra letal.
Importante nombres en Boca y una gran ausencia
Boca, dirigido por el uruguayo Óscar Tabárez, contaba con figuras como Guillermo Barros Schelotto, Sebastián Battaglia y Marcelo Delgado, pero sufrió la ausencia de Juan Román Riquelme por lesión. La falta de definición, en especial en los pies de Walter Gaitán, privaron al “Xeneize” ponerse al frente o de empatar el partido.
River, que venía de ser subcampeón tras el histórico logro de Racing Club en el Apertura 2001, recobró impulso en La Boca, de la mano de Ramón Díaz, y agregó un triunfo más para su historial en el Superclásico.
La frutilla del postre
La goleada fue muy celebrada en Núñez. El gol de Rojas significó la frutilla del postre. La “vaselina”, el único gol del oriundo de Posadas y nacionalizado paraguayo en el fútbol argentino, ganó fama y le valió un nuevo apodo al defensor.
“El Superclásico de la vaselina de Rojas” quedó en la memoria de los hinchas para siempre.