Con la crisis desatada por los incendios en Corrientes y frente a la evidencia de la ausencia estatal en varios rubros surgió una opción subyacente que dejó en evidencia a todo un aparato disfuncional. El youtuber Santiago Maratea hizo en pocas horas lo que el Estado no pudo en años.
No cabe aquí hablar de la inmediatez de las redes ni la eficacia de Internet. Sino de la confianza que genera un joven popular frente al aparato político burocrático al que le cuesta demasiado moverse para saldar alguna deuda.
Maratea no sólo reunió en horas millones de pesos, sino que, a la luz de las evidencias, los direccionó con precisión hacia los sectores que más necesitaban esos recursos, por caso varios cuarteles de bomberos voluntarios.
Al Estado correntino (y a casi cualquier Estado) le hubiera costado horrores poner en marcha su maquinaria, reunir esos fondos y mucho más darles destino certero. Y sin embargo hubo quienes, desde la visceralidad política, buscaron enrarecer la cruzada solidaria argumentando la esencialidad del Estado.
En tiempos en los que, a la luz de las evidencias, hay demasiado por corregir, no suma en absoluto que quienes eran los responsables y omitieron hacer lo necesario en su momento, quieran cubrir de críticas algo que se hizo y salió bien.