Con la fortaleza que da la convicción que tienen que seguir adelante por su hermanita de un año, Rafael Elizalde (20), gemelo de Esteban, hermano de Débora (24) e hijo de Gabriela Agüero (39), víctimas del femicidio ocurrido el pasado lunes, habló con PRIMERA EDICIÓN luego del sepelio de ambas. Su familia aguarda que el autor del doble crimen aparezca de cualquier manera para hallar algo de paz.
“Estamos con angustia. Aguardamos alguna noticia, una pista, algo que ayude a los efectivos a dar con el paradero para dar con el femicida. Hasta que él no aparezca la familia no va poder estar en paz, por ahora nos consume la incertidumbre y el miedo”, dijo el joven.
“Después de lo que pasó no es fácil saber que el tipo sigue suelto. Podría llegar a hacernos daño otra vez. Ya mató a dos, no le va costar seguir matando”.
Dijo que lo conocía al femicida prófugo solamente por ser vecino de San Antonio y porque salía con su hermana. “Lo conocía de los partidos de fútbol, de cruzarnos por la calle, porque era el dueño del telecentro y porque fue pareja de mi hermana por un tiempo. No era íntimo de nuestra familia, sólo era el novio de Débora. Ella salió con él durante poco menos de un año. Habían tenido una discusión, terminaron, pero él no dejaba de acosarla para que volviera con ella, entonces le impusieron una restricción de acercamiento”, explicó.
El baile y una discusión
Relató con crudeza el antes y el después de la tragedia que enlutó a la familia y a todo el pueblo. “Esa noche estábamos en el baile en Bernardo de Irigoyen. Él sacaba a bailar a varias chicas. Se cruzó con mi hermana y tuvieron una discusión. En un principio no había ninguna actitud rara para desconfiar. Después mi mamá le pidió a un amigo que estaba también en el baile, si le podía acercar a mi hermana hasta la casa de su amiga para así nosotros regresar a la fiesta. A la vuelta mi mamá cruzó algunas palabras con él”.
“A las 3 salimos y pasamos a buscar a mi hermana. Fuimos ya en dirección a la casa de mi abuela. Vemos que él nos pasa con su camioneta. Cuando llegamos, él fue directamente para eso (para matarlas). Cuando mi mamá cruza en frente intenta arrollarla. Cuando ella golpeó el capot él efectuó un disparo. Ese tiempo que yo tardé en ingresar al habitáculo él ya había efectuado otros dos disparos. Fue muy rápido. Forcejeé para quitarle el arma. Caímos al suelo los dos él intentó cambiar de mano el arma y ahí conseguí sacársela y tirarla hacia la maleza”.
Y prosiguió: “En el momento que él razona y decide irse me dice no vengas atrás mío que te disparo. Entonces corrí hacia mi mamá, intenté reanimarla, pero vi que estaba muy mal herida con un orificio cerca de la garganta. Entonces me corrí adonde estaba mi hermana, intenté escuchar el corazón de ella y con los nervios creo que lo que escuchaba eran mis latidos. Intenté también hacerle RCP (Reanimación Cardio Pulmonar). Le avisé a mi abuela, tomé el teléfono de mi mamá y llamé a mi tío. Cuando llegó me dijo no hay más nada que hacer”.
“No sé cómo no revivirlo”
“Son imágenes fuertes que me quedan en la mente, que aunque piense en otra cosa ese momento está ahí. En 5 segundos se me fueron mi mamá y mi hermana. Es una herida que nadie más me saca. Va ser difícil de superar. No sé cómo hacer para no volver a revivirlo”, remarcó.
Reflexionó sobre la tragedia y cómo les cambio la vida a todos. “Ahora estamos en una situación nueva. Él nos quitó todo eso. Mi hermana, que trabajaba para tener sus cosas tenía su motito, quería cambiarla por un auto y soñaba con hacer su casa. Arreglar la de mi mamá. Proyectos que los compartíamos todos”.
“Mi mamá se esforzaba el año entero para llegar a las colonias a dar clases. Era una señora que a la noche hacía sus deliverys para ayudar a nuestra familia y a su mamá y papá ancianos. Una mamá que dejó una bebé de un año y dos chicos de 20. Éramos muy apegados a ella. Llegaba del trabajo y estaba con el mate y su hijita y los primeros pasos”, recordó.
“Ojalá el tiempo ayude. La parte más dura no fue verlas en un cajón, sino verlas asesinadas y cómo las mató. Es más que dos mujeres a las que mataron. Es una mamá, una hermana, la comadre, la hija de alguien, la ahijada de alguien y la amiga de alguien y una docentes de muchos alumnos”.
Vivo o muerto
“Él vivo o muerto no nos va traer de vuelta a ellas. Si está vivo, va pagar la condena y convivirá con eso. Si está muerto, Dios sabe donde, va pagar. Lo que queremos es que aparezca vivo o muerto, saber dónde está, así vamos a estar tranquilos, porque no es fácil salir a la calle y temer que esté en un vehículo. A la noche oigo ruidos de automóviles y me levanto. Que esta tormenta se termine, porque lo que pasó el lunes a la madrugada fue sólo el ojo de la tempestad”.
La tragedia
El lunes a la madrugada, madre e hija mantuvieron una discusión con el hombre en un bar de Bernardo de Irigoyen. A bordo de un vehículo de un conocido, llegaron los tres (junto con el hijo y hermano) a la vivienda del barrio Nueva Esperanza.
El hombre los siguió en un Fiat Toro y cuando las mujeres descendieron intentó embestirlas. La joven se acercó a la ventanilla presuntamente a recriminarlo y recibió un disparo calibre 38.
Gabriela se interpuso y el hombre volvió a disparar. Un tiro le dio en la mano y el otro le ingresó de forma descendente por la zona del hombro. Murieron desangradas.