Como un mantra de sufrimiento en un país que padece un déficit habitacional monumental, a medida que se acerca el fin de mes vuelven las preocupaciones por la actualización anual de los alquileres.
La “nueva”, pero ya en vías de extinción ley de alquileres, genera tensiones tanto en inquilinos como en propietarios. Los primeros sufren una actualización que se guía por el Banco Central y que hoy se encuentra en casi un 53 % de suba anual. Son pocos los inquilinos que pueden afirmar hoy que sus salarios subieron a ese ritmo.
Los segundos, en tanto, no celebran del todo el incremento que recibirán por sus propiedades… Y es que muchos inquilinos, conscientes de que no podrán afrontar los nuevos valores, invocan el derecho que les otorga la ley para rescindir anticipadamente el contrato de alquiler, cumpliendo el preaviso de noventa días. Nuevos contratos, nuevas firmas, nuevos gastos para todos.
El Gobierno argentino ya avisó que prescindirá de la actual ley de alquileres, pero se está tomando su tiempo para madurar una nueva normativa.
Mientras tanto rigen los valores y regímenes actuales, poniendo entre la espada y la pared a millones de personas cuyos ingresos siguen perdiendo consistencia.