Se define autodidacta, de esa que aprende de sus errores. Pero el espíritu inquieto de Ayelén Florencia Espíndola (20) permitió que su trabajo sea conocido en lugares recónditos y, sobre todo, reconocido. Y ese es el plus que la llena de satisfacción.
Con la llegada de la pandemia y el consecuente encierro, comenzó a buscar alternativas. Y se inclinó por un emprendimiento de mates de algarrobo, hechos y pintados a mano.
Si bien el producto bruto proviene de otro emprendimiento situado en la provincia de Córdoba, también es elaborado a mano.
“Surgió durante la pandemia, puntualmente en enero de 2021. Nació porque el mate es algo tradicional de Misiones, y ante la necesidad, con la aparición del COVID–19, ya no se podía compartir ese mate con la familia, con los amigos, entonces mi iniciativa fue comenzar un emprendimiento que, además de ser necesario en el momento de la pandemia, también sea algo que a la gente le guste, que tenga de nuestra cultura, que esté cargado de nuestra esencia”, relató la joven, estudiante de la carrera de Profesorado de Inglés en el Instituto Montoya.
Además de esto, porque pintar “fue siempre lo mío, lo que me gustaba de chica, y lo que me gusta. Siempre dibujé, siempre pinté, hice cursos, estudié, aprendí sola, buscando tutoriales en YouTube, leyendo, fue algo que me encantó siempre, y fue una manera, una forma de comercializar lo que me gusta hacer”.
Justificó que el algarrobo es “una de las mejores maderas que disponemos, y como el ‘recipiente’ se puede usar para tereré o mate, frío o calor, tiene que ser una madera buena, que soporte los cambios de temperaturas, que aguante los lavados, la humedad. Es un detalle importante porque en ocasiones nos suelen vender mates de madera, pero no te dan la certeza que vas a tener un mate duradero. Se secan, se te quiebran, el algarrobo en cambio es súper resistente y le otorga un rico sabor al mate, diferente”.
Espíndola contó que la esencia de su emprendimiento empezó con las flores porque en lo personal “me dedico a pintar acuarela botánica, es lo que me gusta desarrollar. Y como nuestra provincia tiene tanta flora y fauna, nos representa un montón. Además de eso hago diseños personalizados, con fotos, mascotas, frases. En el Instagram se puede observar a gran variedad de trabajos. La esencia son las flores, las hojas, la diversidad que existe en la naturaleza. Con esto no hay manera de aburrirse”.
Cuando comenzó con @a.matemates, lo introdujo en Instagram. Abrió la cuenta, empezó a subir las fotos y a ofrecer el producto, y fue el medio en el que más respuestas recibió, dijo, y aclaró que en otras redes no hubo mucha intervención de la gente. Antes de la pandemia participó una sola vez de una feria, que después sufrió un parate por la misma situación.
“Ahora ya piden más requisitos, y como no pude llegar con los requerimientos, las redes sociales fueron la gran ayuda, creo que, como para todos los emprendedores, porque hubo ese espacio entre la pandemia y los comerciantes en el que era muy difícil llegar al consumidor, sin una red social. Ahora sigo de la misma forma, trabajando desde casa”, comentó Ayelén, que no pensaba que su trabajo pudiera tener “semejante repercusión”.
Explicó que el mate “es algo que todos tienen en la casa, al menos uno, por lo que no es un producto de suma necesidad como la ropa, que se compra más a menudo porque la prenda se rompe, se gasta, se te mancha. En cambio, todos tenemos un mate en casa. Pero siempre es bienvenido uno para destinarlo como un presente, un recuerdo. Tengo muchos que fueron a Brasil, a Buenos Aires, a Córdoba, a la tierra de las Cataratas, tuve una respuesta impresionante, cuando comencé por un gusto mío, para dibujar y pintar en algo diferente, desplegar mi arte para comercializarlo. Y tuve una respuesta genial. Tengo casi 800 seguidores en Instagram, que es un montón”, celebró.
Para todas las edades
Aclaró que entre los que compran, no pudo detectar un rango de edad. Pero los jóvenes “piden un diseño de fotos de famosos, cantantes, de series. La gente más grande pide diseños con más flores, no tan personalizados, o de fotos familiares que quieren plasmar. Hay gente a la que le gusta tener una variedad de mates en la casa”.
Los materiales esenciales que Ayelén debe tener a mano son diferentes tipos de lijas porque el producto llega en bruto. “Hay que lijar con una más gruesa, otra más fina y la restante más fina aún, hasta que la superficie de la madera quede suave para poder pintarla. La pinto con acrílicos y unos marcadores que son para toda superficie. Me permiten más detalles, líneas. El acrílico es para el fondo, las flores, las hojas, y el barniz, que es lo que protege del agua, de los hongos, que cubre la pintura”, mencionó.
Sostuvo que “esto me encanta. Me gusta combinar colores. Comencé con un acrílico blanco, negro, rojo, amarillo y azul. Con cinco comencé a sacar la gama de colores porque no tenía todo lo que tengo ahora. Fue experimentar. En dibujo utilizo acuarelas, y en esto empecé a incursionar en acrílico. Es otra técnica, la pintura es diferente, el papel es diferente a la madera. Nunca te aburrís”.
Se alegra cuando la gente lleva sus mates a otros lugares del país, incluso al exterior. “La satisfacción del cliente es lo más, sentís que lo que estás haciendo gusta, y me alegra. Significa que te está saliendo bien”.
Mientras desarrolla sus tareas, siempre hay música de fondo, toma mate, o tereré en caso que haga mucho calor. Sola, o en compañía, porque es una tarea súper flexible. Por ahora trabaja en su casa, pero “Dios quiera que algún día pueda tener el taller propio. En ocasiones Emiliano, mi esposo, lija los mates mientras voy pintando. O mi amiga me ceba tereré mientras hago los pedidos. Todos los allegados colaboran, es como la esencia del mate que toda la vida significó compartir. Tomar un mate solo no es lo mismo que hacerlo con alguien que querés. Aunque ahora cada uno opta por su mate, pero juntos”.