El país es cuna de innumerables artistas, muchas veces anónimos, creadores de obras que llegan a todo el mundo. Este es el caso de Daniel Atapuerca, el biólogo y artista de 56 años oriundo de Buenos Aires que, tras vivir 16 años en Oberá, habla de Misiones como “nuestra provincia” y su obra, única en el país, como “una producción misionera”.
Con la técnica europea de telas encoladas, extinta en Europa y sólo realizada por cuatro artistas en América Latina, sus piezas únicas ilustran figuras católicas realizadas completamente a mano y solicitadas “desde la Quiaca hasta Ushuaia”.
Su autor, que ya tiene imágenes en lugares que van desde la Iglesia de San Agustín en París hasta la Catedral de Quilmes y Oberá, confesó a PRIMERA EDICIÓN, “algunas personas me encontraron exponiendo en la Fiesta de la Navidad de Alem y se sorprendieron porque no sabían de mi trabajo, piensan que soy nuevo, pero hace 16 años que estoy con mi taller ‘San Juan de Dios’”.
En las oportunidades donde se abre una catedral o iglesia nueva, y no quieren exponer imágenes prediseñadas hechas de yeso, es cuando más solicitan a este artista que, aparte de tener su capilla privada, tiene más de 100 obras en las cuales trabaja solo, hasta un mes en cada una, siendo las figuras más populares las de la Madre Teresa de Calcuta, la de Juan Pablo II y la de San Francisco de Asís.
A pesar que existen otros tipos de imágenes en madera, en cerámica, en acrílicos, o yeso, además las industrializadas, Daniel explicó “estas obras son artesanales, todo a mano, muchas veces la gente me pide que haga dos imágenes iguales, pero yo les explico que eso es imposible, son piezas únicas y sólo puedo hacerlas parecidas”.
Su labor casi extinta ha hecho a este artista merecedor de consultas en toda la región, por parte de creyentes de diversas religiones. Peticiones a las cuales se niega porque “me dedico sólo a hacer imágenes católicas, para conservar también mis principios” confesó.
De hecho “si me hubiera dedicado a hacer figuras de algunas creencias propias de Brasil, en este momento sería multimillonario porque han solicitado muchísimo” admitió entre risas. No obstante, sí trabaja con pedidos especiales de santos católicos de diferentes comunidades étnicas como la japonesa, la ucraniana y la polaca, cada una con sus interpretaciones y particularidades.
A pesar del éxito de su trabajo y la gran demanda, Daniel confesó: “Todos los pedidos son especiales, muchas veces me piden para altares en casas particulares por alguna promesa o un pedido, algo que también me llena de satisfacción”. Hoy en día sus obras son veneradas por miles de fieles en Uruguay, Chile, Colombia, Puerto Rico, Estados Unidos, Canadá, Francia, Italia y España y apreciadas en su Facebook Imaginería Religiosa San Juan de Dios.
De biología al arte sin escalas
En cuanto a sus inicios y la curiosa historia de cómo llegó un biólogo a dedicarse de lleno al arte, Daniel contó que trabajó 30 años como docente hasta que “la vida le hizo un clic”, luego de hacer un taller de restauración de papel, madera y porcelana.
“Empecé a hacer ese curso como terapia, y mi maestro, un talentoso italiano ya fallecido, me dijo que veía en mí algo especial, que muchas personas no tenían, y eran las horas de microscopio, de lupa y de pinza. Yo jamás en mi vida había hecho nada artístico”, afirmó. Fue así que, junto a su profesor, que se dedicaba a la restauración de figuras religiosas antiguas, comenzaron sus primeros encargos de imaginería religiosa, “yo buscaba una terapia, me resultó ser un trabajo” señaló.
Por otro lado, en cuanto al motivo que lo trajo de la capital a la tierra colorada, explicó “fue por la naturaleza y la tranquilidad, tantos años de explicar biología llegó un momento que me decidí a empezar a vivirla”. Lo que deja como reflexión, según Daniel que “en la vida uno tiene que dejarse llevar por las cosas que van sucediendo en el momento”.
“Hay posibilidades de cambio para todos y muchas veces es algo mejor de lo que uno está viviendo. Yo estoy haciendo algo que me gusta y me satisface como persona”.