La penalidad que aplicó la empresa estatal de energía EMSA a la Cooperativa Eléctrica de Oberá (CELO), mediante el inicio de un cronograma de cortes de energía por una deuda millonaria, sacudió a los obereños y habitantes de los alrededores a la capital de la Zona Centro.
En especial entre los usuarios que, si bien ya están acostumbrados a largas interrupciones en el servicio, ayer se fueron enterando de las razones por las cuales se quedaron una hora sin luz.
¿Qué pensará una familia que paga rigurosamente su factura todos los meses de la instancia extrema a la que se llegó ayer?
Entre los que cuestionan el manejo de la CELO y los que entendieron que EMSA tenía otra salida antes de cortar, está claro que miles de personas se vieron rehenes de la situación.
Allí está un eje importante que la dirigencia y los funcionarios deben entender: detrás de la puja por millones de pesos que puede adeudar un sector al otro, hay decenas de familias que hacen un enorme esfuerzo por mantener al día su factura de energía eléctrica con tal de contar con el servicio para poner un ventilador, prender la TV o la radio o un foco en medio de la noche.
Esas personas están alejadas de la administración de la CELO o de EMSA. Sin embargo, son las primeras afectadas por los malos manejos que llevan años de arrastre y que terminaron con lo vivido ayer en Oberá y alrededores.
Debe servir de llamado de atención para otros puntos de la tierra colorada donde haya una entidad en similares situaciones, para evitar afectar a los usuarios de servicios básicos.