El grupo integrado por cinco funcionarios del Gobierno nacional que viajó a Washington el sábado comenzará esta semana la dura tarea de acercar posiciones con los técnicos del Fondo Monetario Internacional (FMI), con el objetivo de, por lo menos, acordar los números gruesos de lo que será luego la Carta de Intención que deberá enviar la Argentina al organismo.
Por el Ministerio de Economía viajaron el viceministro, Fernando Morra; el secretario de Hacienda, Raúl Rigo; y el subsecretario de Financiamiento, Ramiro Tosi.
Además, estará Sergio Chodos, director por el Cono Sur ante el Fondo, al tiempo que por el Banco Central negociarán Jorge Carrera y Germán Feldman.
La tarea que tendrán esta semana es lograr el consenso en alguno de los números principales de lo que sería un nuevo acuerdo, algo que puede resultar complicado en función de la agenda política que plantea el presidente Alberto Fernández.
Se espera que el 15 de diciembre se presente el promocionado Plan Plurianual, el cual depende de los consensos que se alcancen en estos días.
Según pudo saber NA, la idea del ministro de Economía, Martín Guzmán, es arrancar el programa en 2022 con un déficit fiscal del 3,5% del PBI, pero se espera que el organismo pide en 2% para el primer año.
La diferencia no es menor, ya que según reconoció recientemente Guzmán, el rojo primario de las cuentas públicas del 2021 va a concluir en 3,5%, lo cual indica que aspira a no hacer un ajuste de las cuentas en el primer año.
Por otro lado, y tal como es tradicional en los acuerdos con el Fondo, el reclamo de los técnicos del organismo es reducir el déficit fiscal por vía de un recorte de la obra pública, algo que Guzmán no tiene intenciones de cumplir.
En lo que está claro que habría un mayor entendimiento es en el tema de las tarifas públicas.
Analistas privados estiman que los subsidios a los servicios públicos ya se ubican en un nivel del 3,4% del PBI, y que de allí, al menos un punto se puede obtener.
En cuanto al dólar, está casi determinado ya que la Argentina no va a ir a un cierre de la brecha cambiaria, que se ubica en el 100% entre el oficial y el paralelo, de un solo salto.
El presidente del Banco Central, Miguel Pesce, anticipó esta semana ante los empresarios de la Unión Industrial Argentina (UIA) que no va a haber devaluación brusca porque en Argentina se produce generalmente un overshooting (sobre reacción) de los mercados cuando ello ocurre.
El FMI está dispuesto a aceptar un plan para ir reduciendo la brecha de manera gradual.
A esta altura de las circunstancias, es evidente que Argentina y el FMI van a trabajar en plan gradualista de ajuste de las cuentas.
El punto para ponerse de acuerdo es en cuánto tiempo el Gobierno está dispuesto a acomodar las variables.
Lo que está más claro por el lado del Ministerio de Economía, es que tratará de patear pagos para el 2026, mientras que el organismo aspira a empezar a cobrar en 2024.
El programa que se trata de negociar es de Facilidades Ampliadas, que duran el máximo de plazo permitido hasta el momento, de 10 años.
Argentina tiene que repagar una deuda de 43.000 millones de dólares que quedaron colgados del fallido programa del expresidente Mauricio Macri.
Por otro lado, el 18 de este mes la Argentina tendría que abonar unos 1.900 millones de dólares.
El Gobierno tratará también de incluir ese pago en alguna forma de refinanciamiento en caso de lograr en estos días un principio de acuerdo, debido a que de otra forma debería enfrentar el compromiso con las ya escuálidas reservas del BCRA.
Exigencias
Debe quedar claro que más allá de la disposición política internacional, la Argentina tendrá que ceñirse a las habituales condicionalidades fiscales, monetarias y cambiarias de los acuerdos del FMI con sus miembros.
Es probable que no haya metas duras de entrada en el 2022 pero sí una corrección macro convergente y cumplible. No habrá espacio para programas que en de entrada no cierren.
El Fondo no le pedirá en 2022 a la Argentina un déficit fiscal primario casi cero, emisión monetaria casi cero y que el valor del dólar oficial suba lo que tenga que subir. Esto implica que no pedirá de entrada desarmar el supercepo cambiario y tampoco reformas estructurales profundas como fiscal y laboral de cumplimiento inmediato.
Un cuadro que el Fondo pondrá seguro sobre la mesa es una matriz fiscal que combine subas anuales de ingresos y gastos.
El organismo internacional pretenderá sí o sí que los ingresos suban más rápido que el gasto primario en 2022, de forma tal que el déficit primario se reduzca en términos nominales contra el 1,4 / 1,5 billones de pesos de 2021. Querrá que se ubique en la zona del billón.
Esta será una discusión con el Gobierno que irá seguramente por un déficit más alto, parecido o nominalmente más alto que el de 2021.