Pedro De Mattos ejerció ayer su derecho de declarar en el momento que lo creyera conveniente durante el debate en el que está acusado como uno de los policías de la comisaría de Villa Bonita que el lunes 25 de abril por la noche detuvo a Hugo Wasyluk sobre la ruta provincial 103.
Ante el Tribunal Penal 1 de Oberá intentó desligarse de la golpiza que pocas horas después derivó en el shock hipovolémico, al aspirarse la víctima restos fecales porque sus intestinos fueron destrozados por los apremios.
“Esa noche 19.50, 20 o algo así, se presentó una señora en la guardia. Manifestó que era la hermana de Hugo Wasyluk. Le pregunté el motivo de su presencia y me dijo que su hermano estaba descontrolado en la casa, quería matarla y matarse (…) Acudí a la oficial que estaba de franco para que viniera a atender a la señora. La traje a la comisaría y la oficial usó el teléfono de la seccional para comunicarse con el doctor (Horacio) Alarcón (juez de Instrucción 2). Tras cortar manifestó que ordenó que se lo detenga a Hugo Wasyluk y se lo trasladara a una dependencia de Oberá”.
“Fui a buscar a más personal, porque estaba solo con uno (policía). Fui a la casa del agente Gómez y Rodríguez, siempre por orden de los superiores, a pedirles que colaboren para realizar la detención. Se nos ordenó que nos trasladáramos al domicilio de Wasyluk y que procediéramos a la detención. Fuimos con el oficial Heijo, a cargo de la patrulla, el suboficial Wilson González, y los agentes Gómez y Rodríguez”, resumió el acusado.
Continuó: “Cuando nos dirigíamos al domicilio, lo vimos que venía caminando por la ruta. Yo lo conocía a Hugo. Inmediatamente estacioné al costado y él se dirige hacia la puerta del conductor, que era yo. Abro la puerta, me bajo con un bastón, porque la hermana me dijo que él estaba armado con un cuchillo. Hugo me encimó y traté de defenderme dándole un bastonazo en cada lado de una pierna. En ese momento se bajó el agente Gómez que venía sentado en el asiento trasero y ahí se produjo un forcejeo. Lo redujimos, lo pusimos contra la carrocería, y cuando se lo esposó el suboficial González dijo que tenía un cuchillo en la mano”.
“Abrimos la tapa de la carrocería y lo subimos sentado, esposado atrás, contra la reja del fondo de la carrocería. Ahí suben Gómez y Rodríguez para custodiarlo. El procedimiento duró un minuto. Fue rápido”.
De Mattos también opinó en cuanto al procedimiento: “No fue violento, no estoy de acuerdo que haya sido así. Los procedimientos son enérgicos, rápidos y se trata de evacuar la situación lo antes posible para evitar inconvenientes. No podemos darnos el lujo de estacionar el patrullero, mirarnos en el espejo, peinarnos, arreglarme la ceja y bajarme. Digo esto porque los procedimientos son enérgicos, fuimos preparados para eso. Fue todo normal, no hubo golpiza”.
Su relato sobre el hecho continuó: “Se realizó el acta de incautación y nos dirigimos a la comisaría de Villa Bonita. Me bajo, del patrullero con el oficial y González, no vi quién quedó en la carrocería. Me bajo, desprendo mi camisa y sentí que tenía un rasguñón en un brazo. Entro a la comisaría a lavarme la mano, a decirle a la oficial que el detenido estaba en el patrullero. La oficial estaba con la hermana de Hugo en la oficina, terminando de tomarle la denuncia”.
“Salí con la oficial hacia la parte de atrás de la comisaría, ella llevaba el acta de detención. Le notifica a Wasyluk el motivo y nos trasladamos a Oberá, para examinar al detenido por el médico policial. En el camino, recibo un llamado de la oficial que manifestó que el doctor Morales estaba en el campito de los médicos. Que nos traslademos hasta ahí”.
“El doctor procedió a examinarlo. Terminado el examen nos dirigimos a la seccional Segunda (Oberá). Estacioné el patrullero enfrente, me bajé con el oficial Heijo y él dialoga con la guardia, y le manifiesta que no lo podían alojar porque estaba con la cantidad de detenidos completa. Por lo cual, los superiores se encargaron de tramitar el alojamiento en la Primera. No dirigimos a ese lugar, estacioné y el oficial Heijo me dijo que le dé el certificado médico y me dice, andá a la UR (Unidad Regional) y hacé copia en un fax. Cuando regreso el detenido ya estaba sentado en la guardia de la comisaría”.
La fiscal Miriam Silke le preguntó por qué lo subieron a la caja de camioneta a Wasyluk si estaba esposado: “Por comodidad, porque ponerlo en el habitáculo era difícil. Era una persona grande y seguía resistiéndose, insultaba, forcejeaba”.
Similar estrategia desplegó el oficial Carlos Antonio Gómez sobre el procedimiento de detención: “El sargento (De Mattos) lo vio en la ruta, se detuvo y yo me bajo rápido, le agarro a Hugo, de la campera y él me da un manotazo. Le agarro y lo tiro contra el móvil. En ese momento ya viene Rodríguez, uno le agarra un brazo, se le colocan las esposas. Se abre la tapa (de la camioneta) se lo sienta se lo alza contra la parte delantera de la carrocería”.
Agregó que al llegar a la comisaría Primera de Oberá: “Lo bajamos al detenido, lo agarro del brazo y lo ingreso. Lo dejé sentado en un banquito que hay en la guardia. Eso es todo.”
“Bajo presión”
El suboficial Ricardo Javier Rodríguez, también acusado de “tortura seguida de muerte”, declaró ayer e insistió que cuando declaró en la etapa de instrucción del expediente se sintió “presionado y mentalmente no estaba apto”.
De esta manera intentó desligar de su relato a Gómez y De Mattos como quienes se “ensañaron” con Wasyluk. “Estaba bajo presión psicológica estaba detenido y dije nomás eso, pero no vi nada”.
El debate se reanuda el próximo lunes con los alegatos de los fiscales y querellantes y las jornadas siguientes para las trece defensas.