Recuperar el saber hacer artesanal es una de las grandes tendencias en el mundo del diseño y la decoración. Crean una nueva estética a partir de técnicas como la milenaria laca urushi.
El urushi-e, conocido en Occidente como lacado japonés urushi, surge en realidad lejos de Japón. Tiene su origen, como otras muchas técnicas artísticas niponas, en el antiguo imperio chino.
El nacimiento de esta práctica se remonta al VII d.C. Su plasticidad y espectaculares acabados causaron furor y su empleo se extendió rápidamente por toda Asia. Cuando los europeos la descubrieron cayeron presa del influjo asiático y la corriente orientalista recorrió las cortes más influyentes.
El urushi se dio a conocer en Europa como «laca» y no tardó en hacerse muy popular entre los burgueses más modernos.
Laca, barniz y esmalte, tres cosas muy diferentes
Es fácil confundir estos tres productos, pero en realidad, son bien distintos. El secreto se encuentra en su composición.
La laca es de origen natural y es el resultado de la mezcla de secreciones de insectos o plantas y alcohol. Por su parte, el barniz está compuesto por resinas o aceites mezclados con disolventes. Y, respeto al esmalte, la mayor diferencia es que este se disuelve en esencia de trementina y se puede aplicar sobre cualquier superficie. Cosa que no ocurre con la laca, que sólo se puede emplear sobre determinados materiales.
Un producto, múltiples acabados. Sorprende la proliferación de técnicas que hubo alrededor de la laca. A cada cual más compleja, ofrecen acabados tan diferentes como espectaculares. La laca en capas es la técnica más antigua y, también, la más sencilla y económica. Se realiza por superposición de capas que se van puliendo. A finales del siglo XIV, gracias a unos regalos del Emperador Yung-lo, llegó a Japón la técnica de la laca tallada o Chositsu. Cuando la laca se había secado, se procedía a tallarla para crear superficies más ricas y complejas, habitualmente con motivos naturales.
Otra técnica muy popular por su vistosidad y precios asequibles era la de la laca sobre madera tallada o kamakura-bori. Consistía en esculpir las piezas de madera y, posteriormente, lacarlas con finas capas de laca negra o roja que finalmente se pulían.
Pero, quizá la más conocida y compleja, creada por los artesanos japoneses es la técnica de la laca espolvoreada o maki-e. Consistía en lacar un objeto en oro para, después, dibujar con finísimos pinceles motivos florales y naturales en colores muy contrastados con el fondo. Esta técnica del maki-e fue la que cautivó a los europeos que desembarcaron en el país del sol naciente. Cuando esos diseños llegaron a Europa, de inmediato se convirtieron en objetos muy codiciados.
Hoy, el Urushi marca tendencia: tras décadas en desuso y quedar relegada a las vitrinas de los museos de artes decorativas, esta técnica ancestral vuelve con fuerzas renovadas. Creadores, artesanos y diseñadores aportan el toque siglo XXI con nuevas aplicaciones, acabados y empleándola en nuevos soportes, creando una estética nueva.