La calidad de vida en la Argentina ha ido en casi permanente decadencia a lo largo de los últimos 50 años, incluso la pandemia aceleró aún más este deterioro. Esto ocurre al contrario de los países vecinos, que fueron mejorando en las últimas décadas.
Para poder entender cómo disminuyó la calidad de vida de los argentinos, hay que ver lo que sucedió con la “clase media”.
Según un informe de la consultora IDESA, la idea de clase media es mucho más que poder de compra, sino que es el estereotipo de un sector medio que todo país aspira a tener. “Implica ciertos estándares de vida, y sobre todo la idea de que existe la posibilidad de progreso social”, señala el reporte.
Desde la economía se tiende a construir segmentos sociales haciendo múltiplos de la Canasta Básica Total, que muestra el conjunto de alimentos necesarios para satisfacer las necesidades de calorías de un hogar promedio, junto a ciertos los bienes y servicios no alimentarios tales como vestimenta, transporte, educación, salud, vivienda, etcétera.
En este contexto, en el 2016 el mayor porcentaje de la población (esto es un 48%), era considerado clase media, y sólo el 32% eran considerados baja o pobres, es decir que no podían cubrir la Canasta Básica Total, de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC).
Mientras que el 9% de la población pertenecía a la clase alta y el 11% a la clase media baja, que es el segmento de la población considerado más vulnerable de caer en la pobreza.
Por el contrario, en el segundo trimestre de este año, la movilidad social fue descendente: el estrato social más grande pasó de 48% al 41% de la población. Hoy casi 12 millones de argentinos son considerados pobres.
Los motivos
Según la consultora, uno de los principales factores que explica esta movilidad descendente es que la inflación crece por encima de los ingresos de las familias.
De esta manera, la erosión que produce la inflación sobre la remuneración del trabajo informal es el fenómeno social más importante porque es la principal fuente de ingresos entre los estratos sociales más bajos. La inflación también impacta sobre el poder de compra de las prestaciones sociales e incluso erosiona los salarios formales.
“Frente a este alarmante proceso de decadencia social es que llama la atención el desenfoque de prioridades que prevalece en la conformación de la agenda de políticas públicas. Bajo el argumento -cierto- de que la inflación es un fenómeno multicausal la dirigencia destina una desproporcionada atención a políticas, como los controles de precios o el aumento nominal de prestaciones sociales, que podrían ser acompañantes de una estrategia integral, pero que sin atacar las causas principales de la inflación son ineficaces y contraproducentes”, profundizan.
Como conclusión, señalan que para mejorar la calidad de vida de la gente y volver a recuperar la tradicional clase media argentina es “condición necesaria e imprescindible bajar la inflación” y que, para lograrlo, es necesario ordenar el Estado en sus tres niveles: nacional, provincial y municipal.
Lo que se precisa
Para contextualizar, una familia porteña tipo necesitó ingresos de al menos 112.935 pesos en octubre para ser considerada de clase media según los criterios de estratificación social que utiliza la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Ese umbral, de unos 3.643 pesos por día, subió 3,92% respecto al mes de septiembre, en línea con el movimiento de la inflación en ese mes. En términos interanuales, los ingresos necesarios para alcanzar ese nivel socioeconómico aumentaron casi 48,08% en comparación con mismo mes del año pasado.
La Dirección General de Estadísticas y Censos de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires publicó los datos de Costo de vida, Líneas de pobreza y Canastas de Consumo para la Ciudad de Buenos Aires del mes de septiembre de 2021.
El reporte, entre otros datos, fija los criterios actualizados que toma el distrito para delimitar los niveles socioeconómicos en base al nivel ingreso.
Así, una familia de cuatro integrantes necesitó disponer de entre 108.674,24 pesos y 347.757,55 pesos durante el mes pasado para entrar en “sector medio”.
¿Y los salarios?
El 2021 será, según estiman los principales expertos de compensaciones y beneficios del país, un año para el olvido en lo que refiere a pérdida de poder adquisitivo contra la inflación.
Todo esto pese a haber sido un año eleccionario, lo cual es una rareza en la historia argentina ya que estos suelen ser períodos en los que se intenta recuperar la capacidad de compra de los electores.
Los medios opositores interpretaron como “plan platita” la intención, quizás tardía, de que el oficialismo avanzara de alguna manera en ese sentido.
Lo cierto es que todos los años desde hace alrededor de una década, las empresas grandes y filiales de multinacionales intentan que sus presupuestos salariales para el año siguiente al menos empaten la inflación estimada. Se trata de una recomposición salarial en lugar de aumentos de sueldo reales. Y si bien siempre hay casos de sectores que escapan a esa lógica, como los de IT y fintech donde los incrementos superaron la medición oficial de inflación, no se consiguió el objetivo propuesto.
Los presupuestos salariales cerrarían entre un 43% y 44% de aumento para empleados fuera de convenio en promedio este año, mientras las empresas mismas estiman que la inflación anual 2021 será del 46% de media.
“Será otro año más de pérdida de los sueldos contra esta cifra. El compromiso es seguir monitoreando la situación en especial después de las elecciones y ver si estas variables cambian”, dijo Mariela Rendón, senior manager de PwC Argentina al presentar los resultados de la última “Encuesta de remuneraciones, presentación de resultados y novedades previsionales y laborales” de la compañía.
Ella misma anticipó que el promedio de aumentos de salario que las compañías proponen para 2022 será el mismo que dieron este año, de un 43% en promedio.
Fuente: iProfesional