A los argentinos se nos ha dado una nueva oportunidad para proponer, a través de las urnas, cómo queremos que sigan las cosas de aquí en adelante.
El contexto económico, no es una sorpresa ni una opinión, se presenta lleno de presiones en varios frentes. Resolver la escalada inflacionaria, reducir los históricos índices de pobreza o moderar la brecha cambiaria para resolver distorsiones parecen ser los objetivos más urgentes y para eso, más allá del resultado de las elecciones legislativas que se desarrollarán hoy, se precisa de un plan económico muy consistente y que contenga a todos.
El contexto sanitario, en cambio, ofrece cierto alivio respecto de meses atrás y mucho mejor del que teníamos durante el primer año pandémico. La campaña de vacunación contra el COVID-19 nos dio a todos la chance de romper con la desesperanza del aislamiento y motorizar muchas cuestiones que teníamos postergadas.
Con todo, y más allá del resultado que arroje la elección a la que estamos convocados hoy, es de destacar que, de manera ininterrumpida desde el retorno de la democracia, los argentinos seguimos dirimiendo las diferencias, los modelos y las ideologías a través de las urnas. Porque, cabe decirlo siempre, los queremos siempre políticos.
Otro aspecto relevante sobre este nuevo acto eleccionario es el país que quedará conformado a partir del lunes. Cómo quedará pintada la geografía, cómo se conformarán las dos cámaras y cómo se saldará la correlación de fuerzas.
También será importante saber si la apatía de los potenciales votantes que se evidenció en las Primarias se acentúa o se revierte. Porque es a partir de esas tensiones que definimos nuestros próximos años en lo individual y en lo general como argentinos.
Que sea en paz entonces… cargados de esperanza para lo que venga, porque ya no votamos nada más que por cada uno de nosotros, sino que también lo hacemos por el futuro de nuestros hijos y nietos, para que ellos también tengan la oportunidad de decidir en las urnas