Los guaraníes no eran sólo buenos copistas del arte europeo traído por los jesuitas, sino que tenían su propia estética. La afirmación, que difiere de todo lo que se dijo hasta ahora sobre el arte guaraní, es la conclusión a la que llegó el investigador argentino Darko Sustersic después de cuatro décadas de estudios. A continuación algunos aspectos observados por él.
El arte guaraní no es una anécdota, sino la expresión de una civilización extraordinaria, una cultura que quedó oculta, como enterrada; muchos años después fue desenterrada y aun hoy se sigue trabajando en las investigaciones
Los guaraníes, diestros en trabajar la madera, tomaban de las imágenes europeas ciertos elementos e introducían otros. De ahí que entre las estatuas guaraníes no se encuentren los presuntos modelos europeos.
Entre las características de la estética delineada por sus estudios, cabe destacar la forma cilíndrica de las primeras imágenes que conservaban la forma del tronco del árbol y cuyas cabezas y manos se hacían por separado de forma que se pudieran ensamblar.
Otra característica es que las imágenes guaraníes miran al espectador y no al cielo, como en éxtasis, como es habitual en el estilo barroco europeo. El guaraní quería comunicarse con los santos, no aceptaba que fuera sólo algo para mirar, tenía que ser para dialogar, para rezar.
La mayoría de los libros de historia del arte de las misiones quedaron caducos porque sostienen que se trató de una imposición de una cultura dominante sobre una dominada. Comparando las imágenes, nos damos cuenta de que hubo una selección y resistencia de los guaraníes, que adoptaron el movimiento de las telas, por ejemplo, pero no la dirección de las miradas.
Al artista guaraní, en general, se le negó la capacidad creadora porque él no podía inventar imágenes en el estilo barroco, que era el de los misioneros de esa época, de los siglos XVII y XVIII.
Los guaraníes hacían algo muy diferente, más geométrico y rígido. Sus primeras esculturas eran cilíndricas, más parecidas a los troncos, que, para el gusto barroco de los jesuitas, era todo echado a perder, arruinado, pero para el gusto moderno, son más interesantes.