Uno de los grandes temas de la mujer está en descubrir lo valiosa que es por el solo hecho de existir, porque Dios la hizo así y punto.
A veces cuando escucho a mis pacientes veo tanta postergación y dolor escondidos que me duele. Ya sea porque su día está lleno o incompleto.
Tengo frente mío tal vez a una mamá con niños a los que no puede decir no, un trabajo al que no puede decir no, una familia que la presiona con requerimientos y a la que no puede decir no.
Pero escucho sobre el empoderamiento y lo que lograron manifestar tantas mujeres oprimidas, es más fácil ahora poder tener esa buena amiga, ese buen compañero, ese buen jefe que les permitirá reencontrarse con sus necesidades con horarios, nuevas propuestas y exigencias. Ahora veo mujeres estudiar a los 50 o recibirse llegando a su meta a los 70, hay más posibilidades.
Pero para eso debemos ser claras y saber pedir, saber manifestar claramente y con la actitud de triunfo en nosotras, ese triunfo que se llama conocerme.
¿Qué siento? ¿Qué quiero? ¿Cuáles son mis proyectos y metas?
No debo ser una máquina de producir y dar 24 horas al día y como decía un político: “y de noche también”, (jaja).
Podemos buscar la manera de estar sin dolores de una u otra cosa. Es a través de conocernos que podemos realmente querernos y así respetarnos y cuidarnos.
La fatiga crónica es el exceso de exigencias que generalmente me impongo porque considero que soy indispensable y no sé delegar. La glándula suprarrenal desequilibra desde la adrenalina que oscila y lo que puede ser un edema generalizado, alteraciones del sueño, úlceras y otras afecciones.
El cuerpo sufre, llora. Creo que soy la víctima consciente o inconsciente de una vida muy difícil solo por que soy yo y “qué se le va a hacer, esto me tocó”.
¡No! Empoderarse es ver también que el cuerpo acompaña mis acciones de superación. Para eso debo centrarme en el mensaje que recibo de mis células y la respuesta que les doy.
Pasos de una comunicación efectiva:
– Emisor: yo el mensaje. ¿Tengo en claro lo que quiero lograr?
– Receptor: quien recibe el mensaje. Las personas que me rodean.
– Código: conjunto de señales o signos que forman el mensaje. Qué me está diciendo mi cuerpo, qué dolores tengo, cómo me siento, cuál es mi humor, mi estado anímico.
– Mensaje: la información a transmitir. Qué necesito y quiero lograr.
– Canal de comunicación: el medio por el cual se transfiere el mensaje, qué órgano se afecta.
– Ruido: interferencias en el proceso de comunicación. Me tomo mis tiempos para parar y pensar o me lleno de actividades y no me escucho, tomo pastillas para el dolor.
– Retroalimentación: respuesta del receptor cuando ha recibido el mensaje. Qué hago en respuesta a este dolencia, si la fatiga continua el daño será mayor, cómo están mis hormonas.
Si trasladamos esto a nuestro día nos encontraremos con células a las cuales hacemos trabajar sin escuchar o escuchamos sin entender y nos influencian negativamente hasta que la enfermedad se instala, pero sobre todo vemos, escuchamos y damos respuestas desde nuestra perspectiva con medicación durante años sin tener en claro cuál es la verdad por la cual mis células me avisan que estoy mal.
Las presiones a las que me enfrento con el “debo” que tengo en mi esquema mental me llevan a exigirme y tolerar, pero tengo derecho a parar.
Anímate, vos podés.