Rosa es una mujer de cabello largo y moreno, tiene los ojos color café enmarcados por unas cejas muy bien cuidadas y unas pestañas negras y largas. Su tez es blanca, aunque en ciertas ocasiones se torna color canela por las sesiones de bronceo a las que a veces asiste.
Entrena desde los 22 años, incluso no se detuvo cuando estuvo embarazada, supo combinar ambos eventos.
Su cuerpo es un claro 90-60-90, como un reloj de arena. Su espalda está bien formada, los músculos de sus hombros están redondos y sus brazos dejan ver todo el trabajo que ha hecho para mantenerlos firmes. Su cintura es como la de una avispa, bien pequeña y definida.
El culturismo busca más allá que un buen físico; busca perfección. Al igual que el artista en su debida obra, los entrenadores y competidores lo hacen trabajando con: el tamaño muscular definición muscular, simetría de los músculos, detalles musculares, entre otras cosas.
En la antigüedad los atletas personificaban el equilibrio físico según los artistas y filósofos de la época, quienes afirmaban que la perfección física era lo más semejante a un dios.
Esta hermosa mujer, que practica el arte del culturismo, también es entrenadora, junto a Walter su compañero de vida, manejan un gimnasio, ambos hicieron capacitaciones relacionadas a la actividad y ella además tiene arte en sus manos. La pintura completa su equilibrio de cuerpo y alma.
Rosa se sumerge en la tela, desliza el pincel y de a poco va transformando el lienzo en blanco en un una obra. Tranquila, muy paciente, muy amable y sumamente dulce, así es ella, una mujer completa, madre dedicada y amante de los animales. El perfecto estado de salud, cuerpo y mente, un ejemplo a seguir.