“En nuestra granja trabajamos protegiendo y nutriendo el suelo para evitar el ataque de plagas, pero cuando aparecen nos valemos de caldos, preparados caseros para controlarlas, también utilizamos hongos y bacterias que son controladores biológicos, en ocasiones. El no aplicar insecticidas permite que la naturaleza haga su trabajo”.
En estos términos, el agricultor Cristian Vogt (33) resumió parte del trabajo que significa emprender en las chacras misioneras, pero con una visión sustentable.
El colono comenzó a producir hace 10 años junto a su familia con el fin del autoconsumo y siempre con el propósito de no utilizar productos de síntesis química, a lo sumo fertilizantes.
“Nuestro objetivo ahora es tratar de ser 100% orgánicos y por ello comenzaron a producir y a utilizar un 90% de abono de compost, estiércol vacuno y de cerdo y de otros animales de la chacra”, contó el joven emprendedor que cuenta con el estímulo del Ministerio de Agricultura familiar para las chacras que están en transición hacia la agroecología.
Como en los últimos meses vieron aumentar la producción, tuvieron que recurrir a un 10% de abono químico, que es todo lo que usan.
La granja de los Vogt está situada a 3,5 kilómetros del arco de Puerto Rico, entre Línea León y Mbopicuá, a 600 metros de la ruta, que ven como una ventaja de cercanía al pueblo, donde colocan toda la producción gracias a la venta anticipada por WhatsApp y redes sociales.
“No pensamos en vender, todo lo que plantamos en los primeros ocho años era para nosotros; pero bueno un día arrancamos y no paramos porque nuestros clientes nos fueron llevando a crecer y crecer, por eso siempre vamos agregando productos”, comentó orgulloso por el éxito de lo que producen.
Libres de “veneno”
Cristian comenzó a emprender desde los 33 años, pero ya se había criado en la chacra y provenía de familia de agricultores, pero que no tenían como él el concepto de las buenas prácticas para el manejo de la tierra y los cultivos.
“Cuando llegamos el suelo estaba totalmente degradado, fuimos recuperando de a poco y hace dos años que nos dedicamos a la venta comercial”, dijo sobre el incipiente negocio, impulsado por la preferencia de lo “natural”.
Junto a su pareja produce de todo: tomate, pepinos, lechugas verdes, mantecosas y coloradas, cebollita, perejil, rúcula, acelga y cultivos anuales (mandioca, maíz, batata, maracuyá).
La familia también posee una quinta donde producen citrus (naranja, pomelo, limón, mandarina), también algo de duraznos y ciruelas.
“La huerta está al lado de nuestra casa y con mi pareja decidimos no caminar entre el veneno, eso nos llevó a investigar cómo se podía hacer para producir nuestras verduras libres agrotóxicos”, recordó.