El Domingo se celebró el Día de la Madre en Argentina y para rendirles homenaje Sexto Sentido habló con tres de ellas sobre el significado de la maternidad, los principales cambios que enfrentaron y las cosas que aprendieron en la crianza de sus pequeños.
El compromiso de una madre arranca desde el mismo instante en que sabe que está embarazada, en el primer momento que dice “sí quiero, acepto y amo a este bebé”, es entonces cuando comienza la magia de un nuevo ser.
“La maternidad me cambió toda la vida, no soy la misma Loana que era hace cinco años, es decir, desde antes de quedar embarazada, porque te cambia en todos los aspectos físicos, psíquicos y principalmente económico porque mantener un hijo es extremadamente caro”, contó Loana Irala (31), mamá de Emma (4).
En este sentido, destacó que el cambio más difícil fue el físico, ya que una vez que descubrió que estaba esperando un bebé “tuve que aprender a cuidarme por los dos”. “La vida en general cambia, cosa que no ocurre con el papá ya que a ellos no les afecta el embarazo de la misma forma, ellos siguen con su actividades normalmente y nosotras tenemos que cuidarnos tanto en la alimentación, como en la parte física y emocional, eso me afectó mucho”, recordó.
Es que el cambio de hábito es una parte fundamental y muchas veces crítica cuando se encara un embarazo deseado. “Antes vivía sola, era soltera, estudiaba, trabajaba, comía cualquier cosa a cualquier hora, no tenía problema si alguien fumaba en mi casa y si no tenía nada en la heladera no me generaba ninguna culpa, pero hoy en día tengo que tener leche, galletitas, frutas, verduras y todo el tiempo estar atenta a eso”, señaló.
Loana sostuvo que durante todo este tiempo, lo más importante fue que “aprendió a amar a alguien incondicionalmente y más que a sí misma”.
“Cuando no la tenía a Emma yo era mi prioridad, si no tenía un zapato me lo compraba y hoy está mi hija primero. También aprendí a convivir con el cansancio sobre todo en la pandemia cuando salía del trabajo y ella estaba todo el día en casa. Necesitaba una mamá activa, quería jugar, pintar y tuve que entretenerla en el encierro. Aprendí a tener paciencia, nunca pensé que yo, que siempre fui súper impaciente, iba a aprender a tolerar muchas cosas, a poner límites y a decir no, a compartir mi cama, a escuchar la palabra mami 85 mil veces al día, a entablar conversaciones fantásticas, a mirar dibujitos, con una hija se aprende todos los días”.
“No se compara con ningún trabajo”
Romina Fernández (32) es mamá de Aymará (2) y dijo que “ser madre es algo mágico, es un regalo muy grande que Dios nos da, pero al mismo tiempo es una responsabilidad”. “Cuando me enteré que era mamá no caí al principio y no me daba cuenta de la magnitud de lo que estaba viviendo, es algo demasiado grande, demasiado extraordinario”, apreció.
Relató que la primera vez que escuchó el llanto de Aymará no podía creer que fue ella quien le dio la vida. “Te preguntás si es real esto, hay mucha gente que no cree en el amor o en Dios, pero cuando te convertís en madre empezás a creer en todo lo más hermoso de la vida. Me di cuenta que este ser que nació de mí será hasta el último día de mi vida solamente para mí, porque todo lo que está alrededor mío se puede transformar, se puede ir, pero ella siempre será mi hija”, reflexionó.
Al convertirse en madre aprendió que el amor hacia un hijo “supera a cualquier otro tipo de amor que haya experimentado”. “El amor que una madre siente por sus hijos es superior a todo, incluso al que yo siento por mí misma. Quiero lo mejor para mi hija, quiero darle lo mejor, que ella sea feliz y que no sufra, no quiero que llore, quisiera tenerla en una cajita de cristal por eso creo que es un mundo mágico”, sostuvo.
Romina observó que no todo siempre es color de rosas ya que “todo es responsabilidad cuando sos mamá”.
“Sos responsable desde lo que come hasta lo que viste. Lo que pasamos las mujeres que elegimos ser madres no se compara con ningún trabajo ni con nada. La maternidad es una responsabilidad muy grande y tenés que estar muy decidida de querer asumirla, por eso apoyo a las mujeres que deciden no ser madres porque no se sienten preparadas”, adujo.
Comentó que ser la mamá de Aymará también le ayudó a entender a su propia madre. “Hay una frase que se dice mucho, pero recién cuando te pasa es cuando comprendés realmente lo significa, y es que cuando sos madre realmente entendés a tu mamá. Cuando era chica le decía a mi mamá que no me gustaba la comida y ahora trato ser la mejor chef del mundo para que mi hija nunca me diga eso, son pequeñas cosas que hacen que valores el esfuerzo de tu propia madre. Entendí un montón de cosas que hacía mi mamá que siempre me cuidó para que nadie me hiciera daño, ahora sé que cuando me pasaba algo, ella sufría y lloraba por dentro”, sostuvo.
Otra cuestión que enfatizó Romina es que siente mucha empatía por otras mamás y hacia otros niños. “Desde que escuché el primer llanto de mi hija no puedo escuchar el llanto de otros niños, me parte el alma y me duele el corazón saber que hay niños en la guerra, o que son maltratados. Esa es una de las cosas que me enseñó el rol de mamá, a ponerme en el lugar de todas esas madres que está luchando por sus hijos en hospitales o en sus trabajos para darle una vida mejor”, contó
“Disfruten segundo a segundo”
Para Camila Santa Cruz, mamá de Lucero (8) y los mellizos Santiago y Mia (1), los cambios más drásticos que atravesó durante su maternidad se dieron en su cuerpo y sobre todo en las formas de pensar sobre cómo criar un bebé: “Antes veía en otros niños y decía mi hijo nunca va hacerme esas cosas y después terminaron haciéndolo”.
Otra situación es el hecho de que a la hora de hacer cualquier tipo de planes, ya sea una pequeña salida o un viaje más largo, “se tiene que pensar primero en los niños”.
“Al convertirte en madre las amistades cambian, no todos quieren salir con niños por eso hay que pensar bien con quién salir o a dónde”, reflexionó.
Como consejo Camila recomendó a otras madres de niños pequeños que “disfruten el segundo a segundo, y que no se preocupen porque todo pasa”.
“Sin darse cuenta los chicos crecen, mi consejo es que los amen mucho, háganles upa y no dejen que las críticas les afecte, sólo sigan su instinto”.