Luego de cinco meses de una desaceleración real en lo técnico pero falsa de contenidos, la inflación volvió a exhibir su verdadera dinámica una vez que se le quitan los frenos artificiales de los que echa mano el Gobierno argentino.
Con un 3,5% en septiembre más a tono con la realidad y con la sensación en las góndolas, el Índice de Precios al Consumidor trepó al 52,5% en la medición anualizada. Así las cosas, el IPC se acerca a los niveles de variación generalizada de precios que tuvo el macrismo al final de su gestión.
Hablar ahora de la meta inicial oficial del 29% es un chiste y pretender que, con un nuevo control de precios, uno más de todos los que fracasaron a lo largo de estos años, se podrá cortar la escalada inflacionaria ya suena a comedia. De hecho, en nueve meses ya superó a todo el índice de 2020.
“La inflación de septiembre parece que viene arriba de 3% y lo que vi de octubre tampoco es bueno”, había admitido horas antes del anuncio del INDEC, el ya polémico secretario de Comercio Interior, Roberto Feletti, para luego comunicar el congelamiento de precios de más de 1.200 productos.